La situación política no puede ser más catastrófica. La situación política, he dicho y no sólo del Gobierno aunque desde luego son ellos los responsables que generan dicho ambiente, como hace el anfitrión en su casa. Es verdad que este Gobierno no ha dado un solo impulso en condiciones, ni un acierto político para bien de todos, más bien ha regalado coces desde que llegó, y sobre todo cómo llegó.

Haciendo un recorrido de nuestra historia de la democracia, resulta que se trata del Gobierno con más ministerios, con el ejército de asesores más caro y numeroso, con un selecto grupo de expertos que nadie saben quiénes son pero que por lo visto complementan a los asesores y, para querer convencer, con la flota mediática a sus órdenes. Y a la postre vemos que sus únicos avances han servido para romper más a la España que José Luis Rodríguez Zapatero inició y que Mariano Rajoy consolidó.

Para ser objetivo, me gustaría hacer una exposición de esta especie de calidoscopio del terror político en el que nos encontramos y empezaré, por ejemplo, con la continua negociación de los enemigos de España, los socios necesarios para que Pedro Sánchez se mantenga en la poltrona de Moncloa, al que mientras le sacan hasta las entrañas a España y a los españoles, el presidente les hace el trabajo sucio. Prueba de esto fue la aparición del miserable Odón Elorza, en su monólogo sobre la dignidad de sus muertos y los franquistas: «¡Dejen de utilizar a las víctimas para denigrar un presupuesto, no sean tan miserables, dejen ya en paz el terrorismo de ETA, ETA desapareció, ETA no está aquí, aquí no hay terroristas!». Mientras, desde la bancada socialista aplaudía y los bilduetarras se satisfacían al oír estas palabras. Un insulto para cualquiera que sepa que son el blanqueamiento de los terroristas que todavía hoy con más de 350 casos sin resolver, sin que nadie haya pedido perdón y se sigan homenajeando a los asesinos sin un ápice de arrepentimiento puestos en libertad. Una vez más, un gesto del gobierno denigrando a las verdaderas víctimas.

Otro de sus socios, Gabriel Rufián, que según qué periodista haga las preguntas, ha decidido no responder con la muletilla: «No colaboramos con burbujas mediáticas de la ultraderecha». El problema no es la desfachatez de no responder a periodistas debidamente acreditados y con la obligación moral de tener que responder por el cargo público y la plaza desde donde lo hace, el Congreso, centro neurálgico de la democracia de todos los españoles, y ambos sostenidos con nuestros impuestos. El verdadero problema es que haya periodistas que no se levanten de la silla y dejen plantado al representante de Esquerra Republicana. ¿O es que va ser que es mentira eso de “compañeros” que tantas veces se dicen entre ellos?

Ahora hablamos de las mentiras, que en el caso de este presidente es un capítulo inabarcable, porque son tantas veces las que ha engañado antes de ser presidente como cuando ya lo es -y lo que nos queda por ver-, que me referiré solo a las últimas, persiguiendo al votante succionado por la izquierda de este país, dispuesto siempre a comerse lo que sea, con pelos, plumas y huesos. Esta vez lo hace a través de su vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ¡ahí es nada!, cuando expresa que el presidente del Gobierno, asegura que el promedio del conjunto de hogares pagará por la electricidad en 2021 lo mismo que pagaba en 2018, una vez descontado el IPC. Ahora ya no mienten contra su hemeroteca, ahora pretenden hacer sodukus con las palabras y los números en términos porcentuales para que los oyentes se pierdan. Es una forma más elegante de mentir porque todos sabemos que no salen los números, pero lo intenta la ministra del ramo, quizá porque sabe que su desprestigio en la gestión ya no puede caer más bajo.

Ahora hablamos de las mentiras, que en el caso de este presidente es un capítulo inabarcable, porque son tantas veces las que ha engañado antes de ser presidente como cuando ya lo es -y lo que nos queda por ver-, que me referiré solo a las últimas, persiguiendo al votante succionado por la izquierda de este país, dispuesto siempre a comerse lo que sea, con pelos, plumas y huesos

La famosa ley de Memoria Democrática, que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, defiende porque «la hay en todos los países y que reúne todas las sensibilidades», es otra de esas basuras ideológicas que pretenden legislar para dar carta de legalidad a otra monstruosidad como pasa con el aborto o la eutanasia. Esta ley, señor Bolaños, no es justa porque solo se ciñe a una parte de la historia, la parte que a su gobierno y a  sus socios separatistas y comunistas conviene, porque solo se estudian las víctimas del franquismo y de la Guerra Civil, dejando para el olvido la II República española, los crímenes de ERC y el frente popular, es decir comunistas socialistas, pero sin profundizar en qué sucedió en las chekas, los paseos, los martirios a personas católicas y al clero y las limpiezas en de los pueblos asesinando a quien no comulgaba con sus ruedas de molino o abandonándolos a su suerte como en la mina de Camuñas en Toledo o en la mina del Rincón Alto en Hornachuelo, solo dos ejemplos que no se tendrán en cuenta nunca en esa ley sectaria y que por lo tanto la hace tremendamente injusta con la memoria de las personas, sus verdugos y con la historia.

Lógicamente no caben más ejemplos en este artículo de lo que este gobierno supone para la sociedad en su máxima desarmonización. Esto pasa por una razón: porque no se busca el bien común, solo intereses personales, partidistas y la ideologización de  las personas, única forma de someter a un país a la dictadura de lo políticamente correcto y el relativismo moral.

El porqué Cataluña no será independiente (Sekotia) de Isidre Cunill. El autor fallecido en este año 2021, era quizá una de las referencias del periodismo de investigación a la luz de la historia hasta al día de hoy y es en este libro, uno de sus últimos títulos publicados, analiza la razón que desmienten a todos los separatistas que siguen engañando a los ciudadanos catalanes haciéndoles creer el cuento de la independencia. El libro aporta documentos inéditos, datos contrastados y testimonios que todavía no habían salido a la luz.

Cómo luché contra ETA (Almuzara) de Pablo Muñoz y Antonio Sala. Los autores no pretenden escribir la historia de la lucha contra ETA, no reparten carnés de héroes o de villanos, no intentan convencer a nadie de que Pamies derrotó a la banda, o que sin su trabajo jamás se hubiera conseguido… Solo garantizan que lo que aquí se cuenta ocurrió. Al menos, así lo vivió el protagonista. Un material inédito que levantará urticaria a muchos bienpensantes.

Los mitos del franquismo (La Esfera ) de Pío Moa. Pocas historias han sido tan mitificadas en pro o en contra como la del franquismo, y sustituir la historia real por mitos perturba el presente y el porvenir. De hecho, entender aquella época es indispensable para comprender la actual. Hoy permanecen numerosas consecuencias de su régimen y cuestiones no resueltas. Quizá por eso se comprende este empeño en la nefasta ley de Memoria Democrática.