Un año transcurrido desde que unos miserables mataron a dos o tres civiles pasándonos por encima con una lancha de grandes proporciones y de alta gama. Son las que emplean los narcotraficantes procedentes de Marruecos y, digámoslo de una vez amparados por el rey Mohammed VI quienes les asesinaron y quienes, ya de paso, campan a sus anchas en Barbate y en otras localidades andaluzas. La causa tendría fácil arreglo si a esas lanchas neumáticas se les detiene, y si no se detienen se les dispara, en cuanto entran en aguas españolas. Y en tierra, atacando a sus corresponsales en el interior con la fuerza más implacable que se pueda. La zona de Barbate y de Gibraltar necesita, ante todo, disciplina. Por contra, el ministro Fernando Grande-Marlaska continúa diciendo que Marruecos es nuestro amigo... pero nada ha cambiado en Barbate: los narcotraficantes siguen operando con total impunidad.

Todavía recuerdo a una de las viudas de los guardia civiles que, en Pamplona, se negó a que Marlaska le pusiera una medalla póstuma a su marido: "No, tú no, le espetó". ¿Creen que le importó? Hasta pudo dormir. 

En Barbate, dicen en la Benemérita, nada ha cambiado.

¿Qué les das Mohammed? A los miembros del gobierno Sánchez, digo.