El 30 de junio de 1927, la Hermana Inés Danner caminaba con rapidez por las calles de Roma porque tenía una cita importantísima con el Papa Pío XI, a quien la hermana presentó el anhelo más grande de su congregación religiosa: el permiso para adorar al Santísimo Sacramento de forma ininterrumpida. 

La Congregación de Franciscanas de María Inmaculada es la comunidad que, desde hace más de tres generaciones, custodia como llama de amor inagotable aquel anhelo de su fundadora, la beata María Caridad Brader.

Tras una carta enviada por la Hermana Inés Danner y la Hermana María Caridad Brader al Papa Pío XI el 19 de marzo de 1927, el Santo Padre concedió esta gracia.

Y el 22 de agosto de 1928, en la ciudad de Pasto (Colombia) y concretamente en el Santuario Eucarístico de Maridiaz, el Santísimo Sacramento quedó expuesto hasta la actualidad. Han transcurrido ya más de 97 años y siempre ha habido alguien adorando a Cristo Eucaristía en Pasto.

Si Dios quiere, el 22 de agosto de 2028 se cumplirá el primer centenario de la efeméride. Hemos de tener en cuenta que en el año 1928 la situación mundial era crítica, como también lo es en pleno siglo XXI. El mundo ha sufrido dos guerras mundiales, muchas revoluciones de todo tipo, la aparición de internet, la llegada del hombre a la luna, conflictos que parecen no cesar, el desafío de la inteligencia artificial, etc. 

Han sucedido a Pío XI los Papas Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco y ahora León XIV.

Desde 1962  hasta 1965 se celebró el Concilio Vaticano II y luego vino la etapa postconciliar.

Desde aquellos primeros pasos de la Hermana Inés Danner y hasta el día de hoy, en un rincón del sur de Colombia, en la ciudad de Pasto, se vive con alegría y esperanza la presencia ininterrumpida del Señor en el Santísimo Sacramento del Altar y siempre acompañado por uno o varios fieles que nunca le han dejado solo.

El Papa Pío XI consideró que la idea de tener expuesto al Santísimo las 24 horas del día los 365 días del año era buena, conveniente y necesaria, y que la petición que las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada le hicieron en su día venía de Dios. Durante las noches, el Señor sigue expuesto en la custodia y dos religiosas, en turnos diferentes, dan cumplimiento al compromiso de nunca dejar solo al Señor de  los Señores. Tiene una guardia de honor constante y fidelísima.

La aprobación que llegó de Roma durante el pontificado de Pío XI  fue comunicada en primer lugar a Mons. Antonio María Pueyo de Val, obispo de Pasto y mediador ante la Santa Sede, quien, a su vez, transmitió a las religiosas la felíz noticia.

Este 31 de diciembre de 2025 las franciscanas, los adoradores, los miframistas, los pastusos y fieles que pertenecen a diversas obras educativas, sociales y misioneras del lugar celebrarán 1.164 meses, 35.405 días y 849.720 horas de adoración perpetua y constante al Santísimo en Pasto.

El amor ha superado circunstancias tan difíciles como las amenazas naturales, los conflictos sociales, la pandemia, etc. En la madrugada, la hora asignada a una religiosa para la adoración puede ser cualquiera: la una, las dos, las tres, las cuatro o cinco de la mañana. Para las hermanas el cansancio no es nada, ni levantarse al amanecer a pesar de que la persona tenga que interrumpir el sueño.

El Papa Pío XI consideró que la idea de tener expuesto al Santísimo las 24 horas del día los 365 días del año era buena, conveniente y necesaria, y que la petición que las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada le hicieron en su día venía de Dios

Sencillamente porque estar a los pies del Señor adorándole y orando no supone ningún sacrificio, sino una alegría inmensa. Quiera Dios que se pueda llegar al año 2028 para poder celebrar con alegría el primer centenario.

Cuando la vida de los creyentes se centra en lo esencial, en Nuestro Señor Jesucristo, su presencia es la fuerza más duradera del mundo. Aquí no hay secretos ni algoritmos, como se suele decir ahora; lo que hay es un verdadero compromiso de amor, de amor que grita en el silencio en Quién se  encuentra la verdadera Vida.

Las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada tienen como identidad vivir el amor a Dios y al prójimo según el Evangelio de Jesús, en castidad, pobreza y obediencia, a ejemplo de San Francisco y de Santa Clara de Asís, siguiendo a Cristo pobre, humilde y crucificado, en constante actitud de conversión y animadas por el espíritu de contemplación, pobreza y humildad, en el interior de una comunidad fraterna.

La adoración al Santísimo ayuda a las hermanas a llevar a cabo los proyectos pastorales que tienen en marcha: pastoral educativa, pastoral social y pastoral misionera. 

Conviene decir que la fundadora de la Congregación fue la beata María Caridad Brader Zanher (1860-1943). Nació en Saint Gallen (Suiza), luego ella y sus compañeras emprendieron el viaje hacia Chone, Ecuador.

En 1893, la Madre Caridad fue destinada para una fundación en Túquerres (Colombia). Dedicó su vida al servicio de los necesitados y a las misiones. Gracias a Dios, la obra se pudo extender en Ecuador y Colombia mediante escuelas y colegios en territorios indígenas y de mucha pobreza. Desde 1893 hasta 1919 y desde 1928 hasta 1940 ejerció como Superiora General y guía espiritual de la Congregación. La Madre María Caridad fue beatificada el 23 de marzo de 2003 por el Papa Juan Pablo II en Roma. Su memoria litúrgica se celebra cada año el 27 de febrero. Es la Protectora de los misioneros y educadores, Modelo de caridad y servicio a los pobres, Intercesora por las vocaciones religiosas y misioneras franciscanas.

En realidad, la fuente, el centro y el culmen de la vida de cada cristiano y de la vida y misión del conjunto de la Iglesia es el  Sacramento de la Eucaristía: en él está verdadera, real y substancialmente presente Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María. Tanto es así que sin la Eucaristía no podríamos vivir como verdaderos hijos de Dios y miembros de la Iglesia de Cristo.

Recemos por la pronta canonización de la Madre María Caridad y pidamos al Señor gracias y favores por su intercesión. Sería bueno que el 22 de agosto del 2028 nos uniéramos a las celebraciones que tendrán lugar en Pasto.

Dios proveerá.