En las 4 últimas décadas han cambiado multitud de aspectos que se han convertido en el pan nuestro de cada día como si fuesen algo de toda la vida. Por ejemplo, hemos pasado del mundo analógico al digital, que cada día es más virtual; la ciencia y la salud han logrado auténticos pasos de gigante que no se encontraban en el imaginario de nadie; las tecnologías han hecho concebir el mundo del trabajo y del ocio de manera cada vez más distintas, incluso en muchos casos se confunde una con otro; y el concepto de la política es radicalmente diferente, ya nadie sabe ni recuerda qué es una dictadura (quizá por eso, ahora algunas jóvenes generaciones coquetean con el comunismo, por ejemplo, como si fuese una moda más que no tiene importancia). Pero hay algo más trascendente que lo meramente circunstancial y que, a golpe de legislación, está intentando que también cambie: la familia. La familia, ese espacio de nuestras vidas en el que tomamos cuerpo y razón de nuestro ser; en el que nos refugiamos siempre que lo necesitamos y también donde se da lugar la concepción de la persona en su formación integral. Pues bien, la familia, ese lugar tan querido por todos y cuyas razones antropológicas son imprescindibles para que la sociedad aguante, quieren cambiarla. ¿Quién? La ideología de género. Sí, desde la nueva ideología a la que nada de lo que esté relacionado con la persona escapa y cuyos principales activistas son los políticos, y sus partidos, que han asumido estas tesis para dar sentido a su existencia, porque ni los partidos socialdemócratas saben qué hacer con sus viejas ideas marxistas ni los demócratas cristianos, que han perdido sus raíces fundacionales y que defendían la dignidad del ser humano. Ambos han tomado a la ideología de género como herramienta para alcanzar el poder, dotando a los ciudadanos de unos supuestos derechos y libertades mientras les sustraen a cambio la identidad que les permite exigir la dignidad que les hace ser personas. Esta es la razón por la que la política en general, y algunas leyes muy en particular, no son familistas o la atacan directamente como el aborto, el divorcio, el matrimonio homosexual, la violencia de género… Y un sin fin de aportaciones más a la vida corriente que pretenden normalizar la vida social a través de leyes, educación escolar y normas que adulteran la dignidad y el sentido natural de aquello que corresponde a la persona. ¿Adónde quieren llevar la familia? es el tema que hoy trataremos pero a diferencia de cómo fue en otra ocasión, que lo hice hablando de su estabilidad afectivo-emocional, ahora lo hago extramuros, es decir, lo que pretenden hacer con ella los que la odian (o eso parece). Voy a hacerlo por medio de dos libros muy pero que muy recomendables. ¿Familia o familias? Estructura familiar en la sociedad actual (Sekotia, 2005) tiene ya sus añitos y desgraciadamente no ha perdido ni un ápice de actualidad. Vio la luz como encargo editorial a raíz de las propuestas multiculturales que José Luis Rodríguez Zapatero concebía de la familia: todo lo que quiera ser concebido como unión entre personas. Como ya saben los lectores, esa era la argumentación que justificaba el mal llamado matrimonio homosexual, vamos el homonomio. Escrito por tres mujeres expertas, cada una de ellas en una faceta diferente, estructuraron la obra en un magnífico elenco de conclusiones complementarias: María Hernández-Sampelayo, Sara Pérez-Tomé y María Crespo Garrido. Esta recomendación de apenas 124 páginas, es un estudio sociológico profundo sobre la situación familiar en el mundo de occidente, tomando como marco la sociedad española. Qué es una familia. La trascendencia en paños menores (Nuevo Inicio, 2015) es un nuevo ensayo filosófico del cada vez más afamado Fabrice Hadjadj. Francés, judío converso, padre de 4 hijas y profesor de la Universidad de París, que pone en entre dicho la institución de la familia pero no porque no la quiera como tal, sino porque pretende hacer que los lectores se cuestionen, por ejemplo: si la familia fuera o no el hogar cerrado que siempre se ha pensado que era... O, ¿y si fuera la "institución anarquista por excelencia"? Preguntas que rompen con los tópicos archirrígidos que en muchas ocasiones han hundido a la propia institución o han servido para que sus enemigos la pongan entre la espada y la pared como parece que está sucediendo. De hecho, como el mismo Fabrice dice, la familia, es anterior a las ideologías y al Estado, y eso, no lo dude, es lo que más envidia el poder progresista que desea dinamitarlo para dominar al individuo desde la intimidad que pretenden disolver. No lo dude: conozca la realidad de la familia en la sociedad. Hágase con uno -o los dos- títulos que les propongo porque los que defendemos a la familia vamos hacia tiempos difíciles y sin argumentos sólidos que nos respalden no sabremos por qué debemos hacerlo. La ignorancia es el enemigo de la recta conciencia y la verdad verdadera. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013