La Constitución del 78, traza las líneas gruesas de convivencia entre españoles. 2023, es un año más de Constitución que profundiza en la decadencia democrática que nos caracteriza: destrucción de la sociedad y empobrecimiento de los españoles. Me atrevo a aseverar esto porque los propios políticos y las instituciones nos dan la razón. Analicemos.

El origen de la constitución se fragua en el tardo franquismo, cuyo principal objetivo fue la de controlar la envidiable posición geopolítica que ofrece la península. Estados Unidos, todavía enfrentado a la Guerra Fría con la URSS, era su primer interesado en la transición española hacia una democracia liberal.

El recién fallecido Henry A. Kissinger , diplomático americano de origen judío-alemán, fue el personaje con más poder de influencia en los acuerdos y estrategias de Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX. Cuando Franco comenzó a eclipsarse, hizo gala de su poder en España en las negociaciones con Carrero Blanco, aunque por lo visto resultó ser suficientemente molesto como para que muriese en un atentado terrorista que firmó ETA, posiblemente como un trabajo de encargo venido del más allá, pero a su vez tan cerca como la embajada estadounidense.

La idea de una España democrática estaba en la cabeza tanto de Franco como de Carrero, y Kissinger el responsable de mecer la cuna, que pareció leer la mente de Franco y declaró que «España solo es fuerte cuando la monarquía es fuerte». Juan Carlos de Borbón, todavía príncipe, estaba a disposición del poder para asumirlo, como hoy Felipe VI lo está por el globalismo progresista occidental. Franco confío en Juan Carlos como el artífice de que consolidara a las dos Españas. La puerta estaba abierta, solo hacía falta el camino que nuestro país debería de seguir a partir de entonces. Las nuevas generaciones de españoles salían de un régimen autoritario, pero entonces ya fuertemente influenciados por las tendencias modernistas que llegaban de Europa y América a través de los nuevos aires de libertad al dictado de la revolución sexual del 68, la música y el cine. Sin embargo, apenas eran conscientes de que tenían las espaldas cubiertas gracias a una industria fuerte, la economía en alza, el fuerte arraigo familiar y la pax hispánica con más décadas de duración en los dos últimos siglos.

El proyecto democrático español fue la homologación del estadounidense y necesitaba una carta magna que uniera los intereses de todos los españoles, donde la libertad de elección estuviese asegurada dentro de las casillas que marcaran los redactores. De hecho, aquellos partidos y corrientes ideológicas que odiaron al régimen, que perdieron la guerra cometiendo crímenes de odio político y religioso, despilfarro, destrucción y robo del patrimonio español, también tuvieron su oportunidad. Sí, para asombro del mundo entero, también podían contar con ese trocito de espacio democrático el Partido Comunista Español, el Partido Socialista Obrero Español, e incluso tuvieron sitio secesionistas como el Partido Nacionalista Vasco o Esquerra Republicana. ¡Esa España del 78 fue generosa y también ingenua! La constitución que nos escribieron era tan ambigua como manipulable, tal y como se ha podido demostrar hasta hoy. Una Constitución llena de imprecisiones, pero redactada para la esperanza del mañana y la igualdad entre todos los españoles, a lo que casi nadie podía decir que no.

Al final, la Constitución, ha resultado ser el topo que legislatura a legislatura, ha llevado a la sociedad española a la decadente degradación donde los principios morales que gobernaban la conciencia individual hayan sido sustituidos por leyes que regulan su comportamiento. Posiblemente, Henry Kissinger conspiró contra España cuando dijo que «Una España fuerte es peligrosa», a sabiendas de lo que pudiera suceder.

Pronto, los principales actores comenzaron a disolver la sociedad cohesionada durante décadas. Desde los mesurados de UCD con Adolfo Suárez y luego CDS con Leopoldo Calvo Sotelo, pasando por Felipe González, desde el PSOE, José María Aznar, en el Partido Popular, a José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy. Por último, Pedro Sánchez que es la muestra perfecta de las últimas consecuencias de una Constitución que se ha descubierto como mala. Si realmente fuese buena, protegería sin posibilidad de tergiversación a las instituciones y obligaría a la separación de poderes, entre otras cosas... Es la consecuencia por lo que nuestro actual presidente se puede permitir hacer lo que está haciendo, y no hablo solo de conceder la amnistía a políticos delincuentes sin que le tiemble la mano. Durante 45 años, teníamos una constitución cuya jefatura del estado, ha estado y está asentada en la monarquía, la institución cuyo único valor es la unión de España y la vigilancia del orden constitucional, aquello que debería ser lo que nos uniera… Y parece que tampoco ejerce su función.

Hoy en día, aquellos partidos que se dieron la mano y dejaron de mirar para atrás, han vuelto a la traición, a las mentiras, los manejos, las malversaciones y, por supuesto, a dividir a los españoles fragmentado a unos y a otros. A romper la Nación disolviendo la historia que nos reconoce a todos.

España fallida (Esfera de los libros) John de Zuluet. Por sus páginas desfilan personas íntegras y comprometidas o individuos que medraron en la cultura del capitalismo de amiguetes, se consignan éxitos parciales y fracasos reiterados. Su tesis no es complaciente: la sociedad española está demasiado pendiente de que el gobierno resuelva sus problemas como un milagro, pero eso no va a ocurrir. Solo una ciudadanía adulta, activa y crítica puede forzar los cambios de los que depende nuestro futuro.

… el atentado de Carrero Blanco (SND) Gabriel Carrión López. Este libro no realiza un perfil de Carrero Blanco, de sobra conocido, sólo refleja hechos y situaciones, no concede ni un solo minuto a leyendas sin fundamento. A ETA no le ayudó la CIA, ni nadie le dijo a esos jóvenes vascos, como así le gustaba llamarlos al Almirante, que tenían que hacer. Tuvieron la ayuda en la capital del PCE de Carrillo, como en tantas otras ocasiones y sólo el azar y la buena suerte hicieron que una historia abocada al fracaso desde el minuto uno, tuviera éxito.

Desobediencia civil y otros escritos  (Tecnos) Henry D. Thoreau. Estamos en las líneas rojas donde una parte de los políticos parece que se rebela contra la otra en una suerte de rebelión. Como consecuencia la sociedad se plantea la desobediencia civil. Thoreau en el siglo XIX reclamaba la libertad absoluta del ciudadano «…creo, que "el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto"; y, cuando los hombres estén preparados para él, ése será el tipo de gobierno que tendrán».