Publicamos el comunicado del Foro por la Reconciliación Histórica en el LXXV Aniversario de la quema de iglesias y conventos. Puesto que el actual Gobierno se empeña en revivir aquellos años, habrá que recordarlo todo.

El 10 de mayo de 1931 se celebró la primera asamblea del recién constituido legalmente Círculo Monárquico Independiente. Ante la noticia de este acontecimiento, la izquierda radical no se muestra dispuesta a aceptar la posibilidad de expresión de gentes con ideas contrarias a las suyas: esa misma tarde, como contó en 1935 Enrique Matorrás, entonces Secretario del Comité Central de la Juventud Comunista, se acuerda una huelga general y una jornada de lucha en reivindicación de las instrucciones que la III Internacional había dictado a sus miembros en España, y que aparecieron publicadas en el Pravda de Moscú el 16 de febrero anterior.

Esa misma noche se intentó asaltar dicha asamblea del Círculo, produciéndose agresiones e incendio de vehículos en la calle de Alcalá, se incendió el quiosco del diario El Debate en la misma calle y se intentó, sin éxito, el asalto al ABC, frustrado por las fuerzas del orden. Ambos periódicos, católico el primero y el monárquico el segundo, habían aceptado el cambio de régimen, pero estaba claro que había quienes no estaban dispuestos a aceptarles a ellos.

A la mañana siguiente, día 11 de mayo, empezó el asalto a iglesias y conventos de la capital. Fueron incendiados y saqueados numerosos edificios, como el Colegio de Maravillas, de los salesianos, para hijos de obreros, la Iglesia de Santa Teresa, junto a la plaza de España, el colegio de los jesuitas de Areneros (la actual sede de ICADEICAI), en la calle Alberto Aguilera, y muchos otros. Incendios y saqueos que se produjeron ante la pasividad de las fuerzas del orden, que habían recibido orden expresa del gobierno de no intervenir, como un año después confesó Miguel Maura, Ministro de la Gobernación en el momento de producirse los hechos.

Ante la impunidad con que se desarrollaron las algaradas en Madrid, al día siguiente se extendieron los asaltos, agresiones y quemas de edificios a otras provincias: Sevilla, Cádiz, Málaga, Murcia, Alicante, Valencia... fue ante esta propagación de los disturbios y el miedo a una espiral de violencia cuya represión podía implicar el derramamiento de sangre fue lo que hizo que, finalmente, el gobierno autorizara a Maura a emplear a las fuerzas del orden para cumplir su cometido y restaurar la seguridad en las calles. Tremendo resultado el de estos dos días de desórdenes: se empleaba la violencia contra quienes representaban una idea distinta de España de la de los partidos radicales, y el Gobierno se mostraba pasivo ante tal hecho, creándose la sensación de que aprobaba lo sucedido y no entendía que su misión fuera garantizar la seguridad y libertad de todos los españoles.

No se había cumplido aún un mes desde la instauración de la República, y ya se había producido una quiebra de la convivencia y de la confianza en el régimen de la máxima gravedad, que abría la puerta a la espiral de violencia que, a partir de ese momento, iba a jalonar el desarrollo de la República hasta acabar con ella: la rebelión socialista a finales de 1931 que culminó en la matanza de Castilblanco; la rebelión anarquista en Cataluña a principios de 1932, la sublevación monárquica de Sanjurjo en agosto de ese mismo año; la huelga anarcosindicalista de 1933, que degeneró en los sangrientos sucesos de Casas Viejas; el golpe de socialistas y comunistas de octubre de 1934...

Ante el negro panorama que se podía intuir tras estos incidentes de mayo de 1931 y el peligro mortal que ese camino suponía para la consolidación de la República, cundió la alarma entre los republicanos de buena fe y éstos alzaron sus voces contra lo sucedido. Así se manifestó Ortega y Gasset con su famosa expresión: ¡No es esto, no es esto!, y así lo firmaron en un manifiesto de la Agrupación al Servicio de la República el mismo Ortega, Gregorio Marañon y Ramón Pérez de Ayala: El hecho repugnante avisa del único peligro grande y efectivo que para la República existe: que no acierte a desprenderse de las formas y las retóricas de una arcaica democracia en vez de asentarse, desde luego e inexorablemente, en un estilo de nueva democracia.

CONCLUSIÓN:

El 75 aniversario de la implantación de la Segunda República coincide, pues, con la actuación sectaria y excluyente de un importante grupo de partidos y organizaciones políticas obstaculizaron permanentemente el desarrollo del régimen del 14 de Abril, hasta ahogar en fanatismo y violencia las posibilidades de desarrollo pacífico y democrático de la República.

El PSOE de la época y los variados partidos republicanos, como la Izquierda Republicana presidida por Manuel Azaña, decían defender un régimen en el que en realidad no creían y que sólo querían utilizar como plataforma para imponer a los españoles su propio modelo autoritario de Estado, y contra el que ellos mismos no dudaron en conspirar y actuar con las mayores dosis de violencia política que se vieron en esos años en España, hasta el inicio de la contienda civil en 1936.

Con ello no sólo impidieron la consolidación de la República, sino que contribuyeron de forma decisiva a su erosión y degeneración hasta destruir todas las esperanzas y la buena fe de los españoles en el régimen republicano, provocando su completa ruina y abriendo el paso a la guerra civil.

El Foro por la Reconciliación Histórica no quiere utilizar estos hechos para causar nuevas divisiones entre los ciudadanos, sino para conocer mejor nuestro pasado y cumplir con el proyecto del Año de la Memoria Histórica. La Historia sólo será fuente de paz y concordia si los españoles de 2006 somos capaces de aceptar nuestro pasado, cada vez más lejano, sin sectarismos.

Foro por la Reconciliación Histórica

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