Sr. Director:

Soy toledana, y me encuentro totalmente perpleja, ultrajada, dolida

Me acabo de enterar que mi Ayuntamiento, mi Diputación y mi Junta de Comunidades (digo mi porque son mis autoridades, las que velan por el bien común, también el mío), colaboran (también yo, con mis impuestos) según consta en el programa, en un ciclo de teatro, una de cuyas obras es La revelación, puesta en escena por Leo Bassi.

Pues bien, dicha obra ofende y ridiculiza mis creencias más profundas, porque antes que nada, soy católica.

Desde luego, los católicos de estos tiempos estamos haciendo un extraordinario alarde de paciencia (no quiero pensar que sea cachaza, miedo o conformismo) con todo aquello que nos duele en lo más profundo como es la ofensa sistemática a nuestra fe y creencias.

Estoicamente hemos soportado recetas para guisar un Cristo, el ultraje a la Virgen por Internet, la persecución solapada y abierta a la Iglesia, a los sacerdotes, a la familia, a la educación en verdaderos valores. Hemos aguantado la mofa, la burla, la risa sobre lo que es el Hijo de Dios.

Todo esto en virtud de una supuesta tolerancia trágate todo, de libertad de expresión aguántate con todo lo que digo o solidaridad soporta lo que hago por narices...

Ya no vale el dicho no ofende quien quiere, sino quien puede, porque esta gente quiere y puede ofender, es más, dicho por Leo Bassi, es exactamente lo que quiere, pues confiesa tener tolerancia cero hacia los católicos.

Yo me pregunto, y a mi ¿Quién me respeta?, ¿Quién respeta lo que considero sagrado como es la presencia de Cristo en la Eucaristía si en esta obre se representa una consagración con condones?

¿Quién respeta la Palabra, que yo creo de Dios, si este señor tira al suelo la Biblia llamándola puto libro?

La verdad es que ¡Estoy harta! Harta de que me vendan basura por cultura, blasfemia por libertad de expresión, sexualidad grosera por amor, chabacanería y falta de cualidades por teatro, ignorancia y estupidez por belleza.

Repito, soy católica y pido, exijo, reclamo, reivindico mi derecho a serlo y a que se respeten públicamente mis creencias. Pido a todos los católicos que exijan lo mismo y a mis autoridades, que tomen nota de ello.

¡Que suerte tenemos todos de que la Paciencia de Dios sea Infinita!

Mª Pilar Sánchez-Beato Espiau

msdsbe@hotmail.com