En Barcelona fue muy comentada el eslogan electoral del PSC y de su candidato, Pasqual Maragall: Ciudadanos por el cambio, en catalán, Ciutadans pel canvi. Pero como las mentes retorcidas abundan en todos los predios, alguien modificó la proposición, y acabó en Ciutadans pel càrrec, es decir, ciudadanos por el cargo.

Ahora la gracieta vuelve a ser popular, pero no aplicada a Maragall y a los socialistas, sino a Carod y los independentistas. Y es que la reacción de ERC tras la bofetada de Zapatero, que les ha cambiado por CiU, se hace acreedora a cualquier dicharacho : Carod ha dicho que no tienen margen para enfrentarse y que han dejado de ser socios obligados del Gobierno Zapatero, aunque, eso sí, seguirán en el tripartito con los correligionarios del mismo Zapatero. Son Ciutadans pel càrrec.

Por cierto, en CiU exigen ahora elecciones anticipadas en Cataluña, y eso que desde Moncloa se les había insistido en que se mantengan calladitos, al menos hasta que se apruebe el nuevo Estatut. Pero Artur Mas sigue la vieja conseja italiana: Está bien fiarse, pero es mucho mejor no fiarse.