Esto del consenso democrático suena muy bien. Pero cuando la luz y taquígrafos desaparecen de la sala, sus señorías se desmelenan y aparece el verdadero "talante". La Comisión parlamentaria que investiga el 11-M acabó el martes 5 como el rosario de la aurora. El presidente de la Comisión, el canario Paulino Rivero, pactó con los diputados socialistas el calendario de comparecencias. Se reanudarán los trabajos el próximo 15 de octubre y finalizarán el 29 de noviembre. Apenas un mes de trabajos, tras un mes y medio de parón innecesario al que se suma el parón estival de agosto, igualmente escandaloso. ¿Por qué tanta prisa repentina?

Entre la comparecencia de Aznar y la de Zapatero mediará tan sólo una semana en la que intervendrá el comisario europeo de Justicia de Interior, Antonio Vitorino, que, según Gaspar Llamazares, servirá de "cordón sanitario" entre las declaraciones del presidente y del ex presidente. Cerrará las comparecencias la Asociación de Víctimas de los Atentados. La comparecencia del confidente Rafá Zouhier fue nuevamente rechazada.

El confidente ha ofrecido muchos datos relevantes en la investigación a través de la prensa. Parece que sería conveniente que esas revelaciones se realizaran en sede parlamentaria con todas las cautelas de la credibilidad de un presunto delincuente. Pero no ha sido así. ¿Quién teme qué? Tanto la presencia de los confidentes como el orden de los comparecientes provocaron una airada disputa en el seno de la Comisión. El socialista Álvaro Cuesta la resolvió por el artículo 33: "Este es el criterio y os jodéis". ¡Toma talante!