Las convulsiones en adultos pueden asustar mucho, pero ni qué decir tiene si las presenciamos en un menor, más si es nuestro hijo o nieto, o nuestro alumno, por ejemplo, y el niño se encuentra a nuestro cargo. Es una situación tan violenta, a la par que alarmante, que es normal preocuparse.

No obstante, la doctora María Alba Jiménez, del Servicio de Pediatría de la Unidad de Neurología Infantil del Hospital General de Villalba, llama a la calma y explica que una convulsión, aunque es una situación “brusca” en la que el paciente no responde a estímulos y generalmente pierde la conciencia y comienza a hacer movimientos anormales en una parte del cuerpo o generalizados, no tiene por qué responder a una enfermedad, y puede ser algo pasajero.

“Una convulsión no significa siempre tener una enfermedad crónica, como la epilepsia, sino que se puede tratar de una situación provisional y puntual que puede deberse a diferentes causas (fiebre, infecciones, traumatismos craneales, bajadas de glucosa en sangre…)”, aclara la especialista.

El adecuado descanso es uno de los factores más importantes en el día a día de la epilepsia, dado que un descanso insuficiente puede desencadenar en crisis epilépticas

Aquí, la Academia Americana de Pediatría explica que las crisis convulsivas se producen por la aparición de una actividad eléctrica anormal en el cerebro y suelen durar pocos minutos. “Existen varios tipos de convulsiones o crisis convulsivas. Algunos duran solamente unos segundos, mientras que otros pueden durar incluso varios minutos. El tipo específico de la convulsión que sufre una persona depende de la parte del cerebro donde empieza, cómo se extiende y cuánto, o qué parte del tejido del cerebro toma parte”, agrega.

En concreto, cita que las convulsiones pueden originar:

  • Pérdida del conocimiento.
  • Convulsiones (sacudidas de todo el cuerpo).
  • Confusión.
  • Breves periodos de mirar fijamente.
  • Una sensación repentina de miedo o pánico.
  • Flexión, rigidez, sacudida, o contracción de la parte superior del cuerpo.
  • Asentimiento involuntario con la cabeza.

 

Los 8 pasos a seguir ante un crisis convulsiva

Así con todo, la doctora Alba Jiménez enumera los que a su juicio representan los 8 pasos a seguir en caso de que un menor padezca una crisis convulsiva:

1.-Es difícil, pero lo más importante es intentar mantener la calma.

2.- Hay que colocar al niño en un sitio seguro, tumbado de lado, alejando los objetos con los que pueda golpearse. 

3.- Es importante no sujetar al niño intentando impedir el ataque y...

4.- No introducir nada en la boca.

5.- Esperar a que ceda espontáneamente.

6.- Si es posible, controlar el tiempo que dura la convulsión.

7.- En caso de que no sea la primera vez que le pasa, si no ha cedido en 3 minutos y su médico le ha recetado una medicación, adminístrela. Si la convulsión continúa, llame al 112.

8.- Una vez que haya cedido la crisis, vigilar el estado de conciencia del niño (suelen quedarse somnolientos) y no darle nada de comer o beber hasta que esté completamente consciente, tampoco antitérmicos por boca.

Sobre si debemos dar algún tipo de pautas al colegio, a los familiares, o a los amigos, en el caso de que tenga lugar una crisis convulsiva y nosotros no podamos atenderlos, la doctora del Servicio de Pediatría de la Unidad de Neurología Infantil del Hospital General de Villalba, subraya que en el caso de niños con crisis convulsivas conocidas, el colegio debe disponer de una ficha con información sobre la patología que padece el alumno, ya que el personal que trabaja en el centro tiene el deber de socorrerlo.

Existen varios tipos de convulsiones o crisis convulsivas. Algunos duran solamente unos segundos, mientras que otros pueden durar incluso varios minutos

Se debe normalizar la vida e intentar retomar la escolarización tan pronto como sea posible. Su hijo puede y debe hacer vida normal, y puede hacer deporte y cualquier tipo de actividad salvo que el médico le haya dicho lo contrario. Sólo deberá tener especial precaución en aquellas actividades que puedan entrañar un riesgo mayor de lesiones en caso de que ocurriera una crisis epiléptica, por ejemplo el submarinismo, la escalada o el alpinismo”, aclara la doctora Jiménez.

Respecto a la natación y a los baños, al igual que cualquier menor, este especialista indica que un niño con episodios frecuentes de epilepsia puede bañarse tanto en piscinas como en el mar, siempre que esté presente un adulto responsable. “El adecuado descanso es uno de los factores más importantes en el día a día de la epilepsia, dado que un descanso insuficiente puede desencadenar en crisis epilépticas. Es importante garantizar unas horas de sueño adecuadas a su edad”, remarca.

En cuanto al tratamiento de las crisis convulsivas, la especialista del Hospital General de Villalba refiere que, lo primero es seguir una serie de recomendaciones generales, evitando posibles desencadenantes conocidos: mantener una higiene del sueño adecuada (evitar dormir en exceso o en defecto, mantener unos horarios de sueño regulares), evitar el consumo de alcohol o drogas de abuso, tener precaución con las luces parpadeantes (en el caso de que exista fotosensibilidad), entre otros puntos.

En el caso de niños con crisis convulsivas conocidas, el colegio debe disponer de una ficha con información sobre la patología que padece el alumno

Es más, precisa que existen algunos tipos de epilepsia que no precisan de tratamiento farmacológico. “Será su neuropediatra quien valore la necesidad de un fármaco para tratar las crisis, tras evaluar el riesgo teórico de recurrencia según las pruebas realizadas, el tipo de crisis que ha presentado, o su edad, entre otros factores”, añade.

Eso sí, resalta que hay que tener en cuenta que estos medicamentos disminuyen el riesgo de que aparezcan nuevas crisis, pero no curan la epilepsia. “La epilepsia es una tendencia del cerebro a generar crisis y en algunos casos puede desaparecer con el tiempo”, sentencia la doctora Jiménez.