El dolor crónico, sea cual sea su grado de intensidad, afecta a nuestra vida cotidiana de forma inevitable. No es fácil desarrollar la actividad diaria, ni mantener un grado de relación social satisfactorio si hay un continuo malestar interfiriendo en cada momento en nuestra vida.

El diccionario de la RAE define el dolor como la “sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior”. El dolor es siempre una señal que envía nuestro cuerpo de que algo puede estar mal. Cuando es agudo, hay que buscar la causa y resolverla, pero cuando se trata de un dolor crónico, que se instala durante largos periodos de tiempo, podemos conocer la causa pero no encontrar modo de solucionarlo. Las fibromialgias, las migrañas, el daño pélvico cronificado y tantos otros son enfermedades causantes de dolor crónico que inciden directamente sobre nuestra calidad de vida y, específicamente, en una de las actividades más placenteras: el sueño.

La OMS declaró que “el dolor crónico es una enfermedad y su tratamiento, un derecho humano”

Un círculo vicioso

La primera consecuencia del dolor crónico es el insomnio y suele ser el motivo por el que más se acude a las Unidades del Dolor. Porque dormir mal impide la recuperación del organismo y aumenta los problemas generados por el dolor. Es un círculo vicioso del que se hace muy difícil salir.

El doctor Fernando de la Torre, miembro de la Sociedad Española del Dolor, afirmaba en una reciente entrevista que “el dolor se acrecienta durante la noche, porque no hay alicientes externos que nos distraigan y tenemos más tiempo para evaluar y pensar acerca de nuestro dolor”. Sucede incluso que en la cama: intentando dormir sin conseguirlo, se acrecientan algunos problemas que intensifican el dolor. A este respecto, la hiperalgesia ha sido bien analizada en muchos estudios clínicos y revela el aumento del dolor en actitud de descanso, en tanto que la alodinia implica el sentimiento de dolor ante estímulos que en sí mismos no tienen por qué provocarlo, como puede suceder, por ejemplo, con el simple roce de las sábanas.

 

Esforzarse por dormir bien

Así pues, el circulo vicioso entre dolor crónico e insomnio hay que romperlo por algún lado y los especialistas insisten en que descansar de forma correcta es absolutamente esencial para todo el mundo.

Sucede incluso que en la cama intentando dormir sin conseguirlo, se acrecientan algunos problemas que intensifican el dolor

El doctor Antonio Ojeda Niño es especialista en Tratamiento del Dolor en el Centro Médico Teknon, del Grupo Quirónsalud. Para el doctor Ojeda la mejora del sueño debe ir unida a la ejecución de algunos consejos relativamente sencillos y al alcance de cualquiera que se lo proponga.

Los más evidentes son aquellos que tienen que ver con la alimentación a última hora del día: cenar poco y a una hora temprana, evitando en la ingesta nocturna el alcohol y la cafeína, así como la glucosa y los alimentos grasos difíciles de digerir.

Es conveniente mantener una rutina regular, de manera que el cuerpo se adecue a un ritmo preciso. Es importante que el lugar donde se duerme sea agradable, sin ruido ni luz, y con una temperatura estable y moderada. Hay que hacer del lugar en el que se descansa un entorno en el que verdaderamente apetezca descansar.

Y, por supuesto, hay que evitar las pantallas de móviles, tabletas o televisores, porque tanto la luz como los sonidos que emiten estos dispositivos no facilitan el descanso.

Obviamente, estos consejos son aplicables y recomendables a todas las personas, padezcan o no de dolor crónico, pero quienes lo padecen deben esforzarse por recuperar rutinas de descanso que de otro modo les incrementarán sus molestias.

Es conveniente mantener una rutina regular, de manera que el cuerpo se adecue a un ritmo preciso

Hace ya muchos años que la OMS declaró que “el dolor crónico es una enfermedad y su tratamiento, un derecho humano”. Dormir es más que un derecho, es una necesidad ineludible y es preciso conseguir que los afectados por dolor crónico lo consigan.