Hasta dos tercios de las pacientes mejoran de sus migrañas tras la menopausia, aunque sin poder determinar exactamente en qué punto de toda esta vorágine hormonal. Y es que está súper extendida la creencia de que con la menopausia las migrañas desaparecen, aunque no tiene por qué. Vamos a verlo.
La doctora Andrea Gómez García, especialista de la Unidad de Cefaleas del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid destaca en primer lugar la influencia de las hormonas femeninas en la migraña; de ahí la variabilidad que experimentan muchas mujeres a lo largo del ciclo menstrual, en embarazo, lactancia.
“Las fluctuaciones que se producen hasta llegar a este estado producen, en un alto porcentaje de mujeres, un empeoramiento de la migraña durante los años que dura la transición para, posteriormente, hasta en dos de cada tres pacientes (y no en el 100%...), mejorar significativamente, incluso llegando a desaparecer”, subraya.
Los tratamientos hoy en día disponibles
En este contexto, la neuróloga de la Fundación Jiménez Díaz sostiene que, tanto los tratamientos de las crisis de migraña, como los preventivos empleados para la migraña, no difieren respecto a los ya empleados en otras etapas de la vida de la mujer: “No hay estudios dirigidos para esta etapa, si bien se puede favorecer el uso de ciertos antidepresivos, ya que pueden ayudar también con los síntomas vasomotores (por ejemplo, los sofocos)”.
Las fluctuaciones que se producen hasta llegar a la menopausia, en un alto porcentaje de mujeres, provocan un empeoramiento de lamigraña durante los años que dura la transición para, posteriormente, hasta en dos de cada tres pacientes (y no en el 100%...), mejorar significativamente, incluso llegando a desaparecer
Durante la menopausia, tal y como recuerda la doctora Gómez, algunas mujeres recurren a la terapia hormonal sustitutiva (THS), un conjunto de tratamientos con estrógenos y/o progestágenos para contrarrestar de alguna manera la caída que se produce en sus niveles, que hasta cierto punto puede ser útil en la migraña, y en algunos casos.
“Se emplea en determinados casos para tratar los síntomas propios de la menopausia y la osteoporosis, ya que no está exenta de riesgos. Su eficacia en la migraña es muy variable según los estudios, con resultados inconsistentes, algunos incluso relacionándola con un empeoramiento de la misma (sobre todo con dosis altas), aunque en general parece que puede ser beneficiosa”, detalla esta doctora.
Ahora bien, sí considera que, si se ha de utilizar, lo idóneo es que se haga a una mínima dosis eficaz, y además, favoreciendo aquellas formulaciones que producen una liberación más continuada, como pueden ser los parches subcutáneos.
Una etapa de transición
En concreto, indica esta experta de la Unidad de Cefaleas de la Fundación Jiménez Díaz la menopausia es una etapa de transición, donde los estrógenos y los progestágenos que han estado presentes durante toda la vida fértil de la mujer van declinando hasta alcanzar un ‘estado quiescente’, con niveles muy bajos, pero estables, durante el resto de la vida.
No obstante, precisa Gómez que esa transición hormonal puede comenzar hasta 10 años antes de que los períodos empiecen a ser irregulares, si bien resalta que el cambio importante se produce a una edad media de 51-52 años, con una gran horquilla (40-60 años): “La transición hormonal más marcada puede llegar a durar hasta unos 4 años, nuevamente con mucha variabilidad”.
Ahora bien, resalta esta neuróloga que se pueden distinguir diferentes estadíos en la perimenoapusia:
- La perimenopausia temprana: cuando se ha tenido menstruación los últimos tres meses, aunque empieza a ser menos predecible.
- La perimenopausia tardía: cuando ha habido dos o más faltas de menstruación, con períodos sin sangrado superiores a 60 días.
- La postmenopausia precoz: cuando han pasado 12 meses desde el último período.
“Es en estas dos últimas fases cuando el patrón hormonal es irregular y se tiende a descontrolar la migraña. En esta etapa, lo habitual es que empeore la frecuencia de episodios, que sean más intensos, y que dejen de responder a la medicación de rescate”, advierte.
La neuróloga de la Fundación Jiménez Díaz sostiene que, tanto los tratamientos de las crisis de migraña, como los preventivos empleados para la migraña, no difieren respecto a los ya utilizados en otras etapas de la vida de la mujer
Incluso mantiene que hay mujeres que experimentan su primera migraña en esta fase (hasta un 13% de los casos, nada desdeñable). “A todo esto, se suman otros síntomas típicos de la menopausia que complican aún más la evolución de la migraña, como son los sofocos (que desgraciadamente parecen ser más frecuentes en migrañosas), los cambios en el sueño (normalmente es una etapa en la que comienza a haber dificultades para dormir), los cambios en el estado de ánimo, o el aumento de peso, entre otros factores a tener en cuenta”, concluye la doctora Andrea Gómez García, especialista de la Unidad de Cefaleas del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Contenido patrocinado por: Quirón