
La noticia más importante del miércoles 5 fue que Estados Unidos y Ucrania han roto su intercambio de información. Es un forma fina de explicarlo. Quiere decir, que Washington ha dejado de proporcionar a Kiev información en tiempo real de los movimientos de las tropas rusas y, aún más importante, del movimiento de los aviones y de los misiles del Ejercito 'encarnado', rojo-naranja de Vladimir Putin.
La guerra de Ucrania es, como toda guerra moderna, una repugnante guerra de información. Las batallas se libran con el teclado del ordenador en la mano. Así, el sistema satelital de información norteamericano, sin par en el mundo, constituye la mejor ayuda, más que la financiera y de armamento, que EEUU haya proporcionado a Ucrania en tres años largos de guerra.
Europa no posee ese sistema de información y Moscú sabe que con ese apoyo y el de los misiles y drones de largo alcance, jamas podría ganar la guerra de Ucrania.
Ahora bien, Zelenski, animado por los líderes europeos, por ejemplo, un tal Pedro Sánchez, que unen la impotencia al gamberrismo y la cobardía propia a la temeridad ajena, hizo que Volodímir Zelensky acudiera en plan matón a la Casa Blanca y aprovechase de forma espuria la trasparencia de Donald Trump y JD Vance para ponerles como no digan dueña en su propia casa (sí, me temo que el famoso numerito no se nos ha contado en su totalidad).
¿Ha debido Trump suprimir, siquiera temporalmente, la información a Zelensky? Es peligroso, desde luego, entre otras cosas porque con ello pueden perderse vidas humanas, de ucranianos. Ahora bien, recuerden las dos técnicas de Trump: adelantarse a los medios informativos y jugar de farol. Lo primero se deja ver con los aranceles oscilantes.
¿Europa debe rearmarse? Sí, pero sobre todo debe re-implantar el servicio militar obligatorio. Ahora no hay tiempo para formar un ejercito paneuropeo que proteja a Ucrania de Rusia. Eso sólo es una 'macronada', es decir, una melonada
Por la noche, concreta los aranceles que van a imponer Canadá y México o a China y por la mañana los retrasa un mes. En ese lapso, ni la humanidad ha asimilado lo que significa. Sólo ha lanado el anzuelo para que piquen en él bobalicones engreidos del tipo Justin Trudeau, el de los calcetines de colores, que aprovechan la amenaza de aranceles para lanzar la baladronada de que ellos sí se enfrentan al matón de la clase y afianzarse ante su propia opinión pública. Recuerden que Trudeau está con un pie fuera del poder en Canadá.
La segunda característica de Donald Trump es que siempre juega de farol. Tiene cinco, quiere diez y empieza amenazando con 20, especialmente a los amigos. Al final, si es listo, y parece que lo es, lo que hará Trump será unir al mundo libre frente a China con un escudo arancelario común. Y si lo consigue, yo seré el primero en aplaudir a un representante del mundo libre que ha puesto coto al colonialismo económico chino.
Pero volvamos a Ucrania. Lo que Trump está haciendo es forzar a Zelensky, un personaje ubicuo pero que ahora lidera a su pueblo gracias a Putin, a que firme la paz. Con ello conseguirá que la gente no muera y con ello, también conseguirá atraerse a Putin a Occidente y que abandone el modelo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), donde manda el déspota chino Xi Jinping quien tiene agarrado a Occidente por la corbata.
Pero cuidado, Putin ya está aprovechando la paralización de información a Kiev.
En el entretanto, Europa se sume en el ridículo. Reacciona tres años después de que Rusia invadiera -agresión injusta, ciertamente, pero a un estadista no se le piden diagnósticos sino terapias- a Ucrania.
Veamos, el ridículo del Macron estadista: una fuerza multinacional europea. Buena idea pero ya no hay tiempo. ¿Cuánto costaría y cuándo podría ponerse en marcha esa fuerza?
Luego está el ridículo del Sánchez pacifista: ya no rige el vasallaje en las relaciones internacionales, grita con esa angelical actuación de sus mítines en casa, con militantes del PSOE... pero se niega ni a plantearse lo de Emmanuel Macron: enviar tropas españolas dentro de un contingente europeo, a las trincheras ucranianas: él es un pacifista, que los muertos los ponga Ucrania.
Ahora bien, ¿Europa debe rearmarse? Sí, pero sobre todo debe re-implantar el servicio militar obligatorio. Ahora no hay tiempo para formar un ejercito paneuropeo que proteja a Ucrania de Rusia. Tan sólo es el momento para forjar un ejército para enfrentarse a Rusia (que ya verán cómo no es a Rusia sino al mundo musulmán) en un futuro más o menos próximo.
Ahora mismo, a marzo de 2025, la única opción viable es la de darle una oportunidad a la paz. Y esa opción sólo Trump la ha apuntado. Es verdad que no hay paz sin justicia, pero ante el peligro cierto de una conflagración nuclear, lo más aconsejable es un alto el fuego.
Conviene distinguir lo urgente de lo importante. Cuando callen las armas, a lo mejor puede conseguirse una paz justa pero que no humille a Rusia. Porque los rusos, aunque fueron los agresores también tiene sus razones. Por ejemplo, como ya hemos dicho, con el final de la Guerra Fría, Estados Unidos cometió el error de despreciar a Moscú, que sigue siendo una fuerza nuclear de primer orden.
Ahora mismo, la única opción valida es la de darle una oportunidad a la paz. Y esa opción tan sólo Trump la ha apuntado
Y Vladimir Putin, a pesar da la caricatura que en Occidente hemos hecho de él, es un cristiano occidental. Un poco bestia, sí, pero pertenece a la civilización occidental, al Occidente que le expulsó de su seno, por lo que su orgullo infinito le ha llevado a refugiarse en Oriente, junto a Pekín, Delhi y otros personajes poco recomendables del Oriente panteísta.
Es la paz forzada de Trump: Estados Unidos rompe el intercambio de información con Kiev y Zelenski abandona su chulería de la Casa Blanca, jaleada por los miopes y aprovechados líderes de la decadente Europa y se apresura a reconocer, un tanto melodramáticamente, me parece, el liderazgo de Trump. Vamos, que esta es una paz forzada. Pero al parecer es la única manera de darle una oportunidad a la paz en Ucrania para evitar una guerra global. Recuerden la ecuación de Karol Wojtyla, polaco y por tanto medio ucraniano y medio lituano: No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. Cierto el primer aserto y cierto el segundo... pero vayamos por partes.