Donald Trump fue uno de los primeros -otro fue el brasileño Jair Bolsonaro- que, como representante de una serie de valores cristianos, se dio cuenta de que no podía estar en manos de los medios informativos, casi todos ellos progres y que, por tanto, debía llegar directamente hasta sus electores, es decir, al público. 

Para ello utilizó las redes sociales, que convirtieron a Trump en el tuitero más famoso del mundo. Casi podía decirse que gobernaba por las redes sociales. Los medios le odiaban porque les quitó poder y porque había roto el sistema. ¿Podían permitirlo?

Los cristianos sufrimos la censura de los Google. Por tanto, tenemos que pasar por encima de las redes sociales y de las tecnológicas, un oligopolio lamentable. Hay que ir directamente al lector

Ellos no lo sé pero el Nuevo Orden Mundial (NOM)… ni de broma. Y así fue como los Google-YouTube, Facebook, Twitter y compañía decidieron censurar a Trump.

Ni corto ni perezoso, Trump ha creado su propia red social (Verdad social). Si me censuráis en las redes, crearé mi propia red… y por ahora funciona.

En el mundo actual hay dos divorcios: entre políticos y ciudadanos y entre medios y lectores. No son los electores ni los lectores quienes deberían reflexionar, sino los políticos y los editores. Los nuevos editores son Google y compañía, las tecnológicas, que se han convertido en los nuevos medios. 

 El siglo XXI se caracteriza por el doble divorcio entre políticos y electores y entre editores y lectores

Para concluir, los cristianos sufrimos la censura de los Google. Por tanto, tenemos que pasar por encima de las redes sociales y de las tecnológicas, un oligopolio lamentable. Hay que ir directamente al lector.