Hace unos días les informamos que el Departamento de Justicia de Estados Unidos había citado a más de 20 médicos y clínicas que dan tratamiento transgénero a menores. “Los profesionales médicos y las organizaciones que mutilaron a niños al servicio de una ideología distorsionada serán responsables ante este Departamento de Justicia”, aseguró el Fiscal General, Pamela Bondi.

Ya en el mismo discurso de toma de posesión, Trump dejó claro que no comulga con la ideología de género, cuando destacó que "solo hay dos géneros: masculino y femenino".

De hecho, Trump prohibió, mediante una orden ejecutiva, los tratamientos de transición de género y cirugías a menores de 19 años, criticando que actualmente muchos médicos "están mutilando y esterilizando a un número cada vez mayor de niños bajo la afirmación radical y falsa de que los adultos pueden cambiar el sexo a través de una serie de intervenciones médicas irreversibles". "Esta peligrosa tendencia será una mancha en la historia de nuestra nación y debe terminar".

Con esta orden, la Administración Trump puso fin a la financiación o promoción de este tipo de prácticas (también en la investigación o en la educación). Además, tanto Bondi como Trump ya anunciaron que los cambios de sexo en menores se calificarían como "mutilación genital" y que habría consecuencias por ello. 

Y el cierre de grifo empieza a notarse; el próximo 22 de julio cerrará sus puertas el Centro de Salud y Desarrollo Transjuvenil del Hospital Infantil de Los Ángeles, el mayor centro pediátrico transgénero de Estados Unidos. 

El centro ha defendido su labor alegando que ofrecía "atención médica esencial y basada en la evidencia" a menores trans y sus familias. Aunque al final han admitido que el cierre es resultado directo del cambio de política federal: "No hay alternativa viable". Además, la clínica ha estado envuelta en numerosas polémicas por menores a los que se les proporcionaron cirugía y hormonas y, arrepentidos, pidieron destransicionar.