
Menos mal que ya no lo dice sólo Hispanidad. Ahora lo ha dicho el secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte: el próximo objetivo de Rusia es Europa: preparémonos para la guerra.
Pero antes que Hispanidad y que Rutte, lo ha escrito, tasado y argumentado, Pablo Benavides en su nuevo libro, titulado Restauración que cualquier persona con sentido común debería leer y releer. Una de las tesis de este libro es que Vladimir Putin invadirá Europa, no con una invasión clásica sino, probablemente, con una guerra nuclear táctica.
Veamos: siguiendo la instrucciones de la Virgen de Fátima a los tres pastorcillos, Juan Pablo II terminó con la Unión Soviética. El problema es que la Caída del Muro no significó la re-evangelización de Rusia y, tal y como había advertido la madre de Dios, Rusia ha vuelto a engolfar al mundo. En el plano político, tampoco supuso atraerse a Putin hacia el Occidente del que nunca debió salir: Moscú está ahora con Pekín y con Delhi, con los BRICS. Lo ha intentado Donald Trump -y es lo que tenía que hacer- pero ha fracasado.
Y el argumento pesadito de quienes aseguran que si Putin no ha sido capaz de invadir Ucrania, mucho menos lo será de tomar toda Europa, olvidan que Moscú quería tomar lo que ya ha tomado en este de Ucrania y, sobre todo, quería comprobar si el Occidente decadente que don Vladimir vislumbra desde el Kremlin está dispuesto a defender su supervivencia. Y la respuesta es que no lo está.
Esta es la clave: ¿cómo va a luchar por sobrevivir una Europa postcristiana que no cree en la vida? Simplemente huirá. O hará algo parecido a lo que está haciendo con Ucrania dede hace tres años: yo te presto las armas para enfrentarte a los rusos y tú pone los muertos.
Esto en el mejor de los casos, en Alemania, Reino Unido y Francia, regidos sobre todo los dos últimos, por dos patanes progres que consideran que un discurso -sobre todo si es suyo- va a detener a Putin. Mientras, el ruso se dedica a poner a prueba a Europa con todo tipo de provocaciones... y ya sabe que la Europa comodona no está dispuesto a dar su vida por nada.
Lo cierto es que el secretario general de la OTAN. Mark Rutte, un personaje poco recomendable, pero que está obligado a saber, asegura que el próximo objetivo de Putin es Europa. Todas las cancillerías deberían haber pegado un brinco ante estas palabras y ponerse en modo Trump (¿Que un caza ruso ha violado el espacio aéreo europeo? ¡Derríbenlo!) pero nadie se ha movido un milímetro y lo esperable es que nadie se mueva. España ni tan siquiera se ha apresurado a restablecer el servicio militar, aunque sea voluntario, algo que ya han puesto en marcha Alemania, Francia e Italia. Aquí seguimos jugando a pacifistas en vísperas de que el monstruo nos muerda.
El llamado de ayer jueves, 11 de diciembre, del mismísimo secretario general de la OTAN caerá en saco roto hasta que Putin ya esté preparado, se convencerá de que la invasión de Europa occidental, cuna del mundo, merece la pena... porque no se trata de vencer a Europa, sino de que esa Europa post-cristiana, por tanto totalmente, degenerada, no va a mover un dedo para defenderse. Y Putin es consciente de ello.










