Recientemente el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reveló que envió cartas al rey de España, Felipe VI, y al Papa Francisco, exigiendo que pidan perdón por los abusos cometidos durante la conquista de América.

La exigencia de López Obrador se enmarca en los 500 años de la llegada de los españoles al actual territorio continental de México, en 1519, y el medio milenio de la caída de Tenochtitlán, hoy Ciudad de México, que se recordará en 2021. España rechazó “con toda firmeza” el pedido de López Obrador, mientras que el Vaticano recordó que tanto el Papa Francisco como sus predecesores pidieron perdón por los “muchos y graves pecados” cometidos durante la conquista de América.

En ese contexto, el P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, aseguró que de España, a través de los misioneros y evangelizadores, hemos recibido “lo más grande que tenemos los mexicanos, la fe verdadera”, recogió AciprensaEl sacerdote mexicano reconoció que “no hay duda que también hubo excesos en la implantación de la fe, pero en realidad, la Iglesia y los misioneros fueron los grandes protectores de los pueblos indígenas”.

No hay duda que también hubo excesos en la implantación de la fe, pero en realidad, la Iglesia y los misioneros fueron los grandes protectores de los pueblos indígenas

“Gracias a ellos se reconoció su dignidad como personas, se les libró de la esclavitud, se resguardó su cultura y sobre todo, gracias a la Iglesia católica española nos llegó el regalo más grande, la fe en Jesucristo, único salvador de los hombres y se hizo presente María de Guadalupe, modelo y estrella de la evangelización, como la llamó Juan Pablo II”, recordó.

“De España recibimos a través de misioneros extraordinarios como Pedro de Gante, Motolinia, fray Juan de Zumárraga, y Tata Vasco de Quiroga, lo más grande que tenemos los mexicanos, la fe verdadera, la fe en Jesucristo, y por ende el acceso a la salvación eterna, además de este bellísimo idioma que hablamos, el castellano”. Fruto de la evangelización, destacó, se suprimió “la barbarie diabólica de los sacrificios humanos y las tinieblas de la idolatría”.

La llegada de los españoles abrió las puertas de América al “acceso a una cultura superior, la occidental, de la que hoy formamos parte, y por otro lado mantenemos muchos valores del mundo indígena, la hospitalidad, un fuerte sentido social y de pertenencía, y el enorme legado monumental que nos dejaron, y que hoy con orgullo mostramos a los millones de turistas que nos visitan”, añadió el sacerdote.

Lo cierto es que la conquista no la hicieron los españoles, sino los indígenas, los pueblos subyugados del imperio azteca cansados de la crueldad y la explotación de la que eran objeto

“La verdad histórica es muy compleja, lo cierto es que la conquista no la hicieron los españoles, sino los indígenas, los pueblos subyugados del imperio azteca cansados de la crueldad y la explotación de la que eran objeto”. “Esto hizo que pueblos enteros como los tlaxcaltecas se unieran al puñado de 200 españoles, y junto con la unión de otros pueblos subyugados hicieran posible lo que los españoles solos jamás pudieron haber hecho”, precisó.

Otro ejemplo de la fe cristiana que llevaron los españoles a América se dio en el territorio de la actual Argentina, donde hace ahora 500 años se celebró la primera Misa. Y para conmemorarlo, la Diócesis de Río Gallegos inició el 1 de abril un Año Eucarístico Diocesano que lleva por lema “Se acercó y sigue caminando con nosotros”, recogió Aciprensa.

El 1 de abril de 1520, fecha en que se celebraba Domingo de Ramos, el sacerdote español, P. Pedro de Valderrama, celebró la primera Misa por orden de Hernando de Magallanes, navegante portugués que realizó la primera expedición europea desde el océano Atlántico hacia el océano Pacífico, descubriendo así lo que hoy se conoce como el Estrecho de Magallanes.

El lugar escogido para la Eucaristía fue la Bahía de San Julián, provincia de Santa Cruz (sur del país), el mismo lugar que 500 años después reunió a autoridades, sacerdotes, religiosos y fieles para participar del acto protocolar y la Misa de apertura del Año Eucarístico Diocesano.