Un científico español que solicitaba un visado para pasar una temporada en un importante centro de investigación norteamericano recibió esta respuesta de un burócrata consular gringo, encuadrado en la embajada de Estados Unidos en Madrid: “Puede usted protestar por la tardanza, ni vamos a leer la protesta”.

Es probable que no exista en el mundo un pueblo que una con tanto entusiasmo ignorancia y prepotencia, como lo hace el norteamericano. Su sentido de la eficacia, aquí y ahora, convierte a los yankis, es verdad, en una sociedad más libre de prejuicios que la europea, pero es difícil encontrar una combinación tan acelerada de amor por las normas, incluso cuando estas son manifiestamente idiotas. 

Ejemplo: la embajada norteamericana en España, más todo su aparato consular, se está dedicando a boicotear la entrada de españoles en Estados Unidos. No sólo eso: después de la pandemia, la mayor potencia del mundo despidió a trabajadores en su legación, de tal manera que los que quedaron decidieron aplicar el artículo 33, la norma, y como no son suficientes para aplicarla la aplican con retraso, desgana y mucha, mucha, soberbia.

Propongo una ola de sano antiamericanismo. Sólo podemos ganar

De esta forma, destrozan estancias en EEUU por negocios, por investigación, por aprendizajes, etc., sólo porque se comportan, y sin disimulo, como lo que son: burócratas estúpidos. ¿Qué les importa a ellos lo que les ocurra a los demás, aunque la presencia del extranjero resulte fructífera para los Estados Unidos de América a quien se suponen sirven?

De paso, cuando el afectado reclama, le ponen en sordina o sencillamente, se burlan de él: no es mi problema. Sólo es mi trabajo, parece ser su lema.

Ninguna respuesta diplomática surtiría efecto. Para la Administración Biden, España es un país situado al norte de las bases de Rota y Morón. Por cierto, si Sánchez quiere hacerse el progresista lo que debería hacer es cerrar las bases norteamericanas en España, todas ellas. Tranquilos, no pasaría absolutamente nada.

En la vida civil, lo lógico es responder al desprecio norteamericano con la misma moneda. Por ejemplo, imponiendo a los norteamericanos las mismas pegas para entrar en Europa que nos ponen a los europeos o a los españoles para entrar en Estados Unidos.

Los estadounidenses no son más listos, sólo más grandes. Tengan en cuenta que han sido colonizados por los ingleses

Y si hablamos de lucha comercial, entonces tenemos más que ganar. No olviden que en las batallas comerciales son los deficitarios los que más tienen que ganar. ¿Y en tráfico de capitales? Pero, ¿de qué capitales si para los norteamericanos España no es otra cosa que cuota de mercado? Además, la inversión financiera nos sirve de poco. Lo que tenemos que hacer es crear nuestras propias empresas y aplicar la teoría Trump del libre comercio... sólo con reciprocidad.

¿Y se puede vivir sin los productos norteamericanos? Les aseguro que sí. Es más, sería buenísimo: nos acostumbraríamos a sustituirlos por productos españoles o europeos, también en tecnología.

Propongo una ola de sano antiamericanismo. Sólo podemos ganar. Recuerden: los estadounidenses no son listos, sólo grandes.

Empecemos por popularizar el dicho: más idiota que un aduanero gringo.