La semana pasada, la revista Time, uno de los principales estandartes de la progresía mediática, publicaba un artículo titulado “la historia secreta de la campaña en la sombra que salvó la elección de 2020”. Aquí la tienen.

Como se pueden imaginar, para Time salvar la elección consistía en evitar la reelección de Donald Trump como presidente y situar en la Casa Blanca al demócrata Joe Biden.

El 'héroe', arquitecto del éxito de esta campaña en la sombra fue Mike Podhorzer, asesor de la Federación Americana del Trabajo, el mayor sindicato de EEUU

El artículo presume de la existencia de una alianza en la sombra entre activistas progresistas, medios de comunicación, las grandes tecnológicas, líderes políticos tanto demócratas como republicanos, los sindicatos e incluso la Cámara de Comercio para “mantener la paz y oponerse al asalto de Trump a la democracia”. Dicha alianza abarcó todos los aspectos de la elección, desde cambiar sistemas electorales, impulsar el voto por correo, promover la censura contra la “desinformación” e impulsar las protestas en las calles con el fin de vencer las elecciones. Y, con posterioridad, después de la elección, ejercieron una presión extrema para impedir que se pudiera cuestionar el resultado electoral. ¿Entonces todos los que denunciaban la campaña sincronizada contra el presidente Trump eran unos conspiranoides desequilibrados?

Parece ser que no… pero como no vivimos en tiempos de conspiración sino de consenso, es la propia Time la que nos lo cuenta, sacando pecho de la existencia de este pacto sincrético-progre contra Trump.

El artículo se configura como una novela dividida en capítulos, donde se relata cada una de las actuaciones desarrolladas para “salvar la elección”. Siguiendo la tradición maniquea progresista, se presenta a modo de héroe, a quien se define como el “arquitecto” del éxito de esta campaña en la sombra. Este sujeto místico para Time es Mike Podhorzer, asesor principal del presidente de la Federación Americana del Trabajo, la mayor organización sindical de EEUU, que agrupa a los sindicatos más significativos del país. Se nos presenta al arquitecto, no como un estratega político que comparece en televisión, sino como una suerte de “mago” responsable de los avances más relevantes de las últimas décadas en materia de tecnología aplicada a las campañas políticas.

En la campaña anti-Trump no faltó nadie: abortistas, ecologistas, Black Lives Matter, millonarios, etc.

En los primeros episodios, el sabio arquitecto llegó a la conclusión que para poder triunfar en noviembre era imprescindible una alianza de todas las fuerzas progresistas contra el presidente Trump. Con este propósito, comenzó a mantener reuniones virtuales con todo el universo progresista: sindicatos, grupos abortistas como Planned Parenthood, ecologistas de Greenpeace, estrategas políticos, activistas por la justicia racial -un modo muy bello de referirse a los civilizados muchachos del movimiento marxista Black Lives Matter-, grandes donantes y fundaciones, entre otros. Así, el objetivo del arquitecto era “proteger la elección”. Cabría preguntarse por qué habría que protegerla, si los demócratas han sido los mayores defensores de la legalidad del sistema de voto desde que Biden se alzó victorioso…

La primera tarea fundamental para el arquitecto y su movimiento panprogresista era garantizar la “seguridad de las elecciones”, dotando a los oficiales electorales de mascarillas y otros utensilios de protección. En marzo del año pasado, los activistas de esta alianza solicitaron al Congreso que destinara dinero del paquete de ayudas del COVID a la administración electoral. Así, más de 150 organizaciones progresistas solicitaron 2 billones de dólares para financiación electoral. En cierto modo, lograron un éxito ya que la Cares Act, el primer paquete de ayudas para luchar contra el covid-19, destinó 400 millones de dólares a fines electorales. Sin embargo, esta cantidad no era suficiente y recurrieron a donantes privados. Así, cuentan que, entre otros, Mark Zuckerberg donó a través de la organización Chan Zuckerberg Iniciative cientos de millones para este propósito. Resulta sorprendente como ya en el mes de marzo, cuando apenas estábamos en el alba de los confinamientos y se desconocía cuál iba a ser la duración de la pandemia, los activistas progresistas ya estaban buscando garantizar la “máxima seguridad” en un escenario electoral que no tendría lugar hasta nada más y nada menos que ocho meses después. Se diría que la alianza tenía gran capacidad para predecir el futuro.

Los 'consensuados' ya previeron, ocho meses antes, que las elecciones resultarían polémicas

Unido a lo anterior, otro de los grandes propósitos de los activistas fue potenciar el voto por correo. Para ello, en los meses de abril y mayo del año pasado, comenzaron una campaña para incentivar el voto por correo. Durante el verano, se enviaron aplicaciones de voto a más de 15 millones de electores de Estados clave, para animarles a emitir su voto anticipadamente.  No cabe duda que esta campaña fue un auténtico éxito, por cuanto tres cuartas partes de los votantes ejercieron el voto por correo. No obstante, de nuevo nos encontramos ante la misma incógnita, ¿por qué muchos meses antes de las elecciones cuando no se sabía cuál iba a ser el devenir de la pandemia, se animaba al voto por correo?

Otra de las grandes batallas para los activistas progresistas era “luchar contra la desinformación”. Así, Laura Quinn, activista fundadora de la plataforma progresista Catalist, relata cómo en noviembre de 2019, un año antes de la elección, el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, invitó a nueve líderes progresistas a una cena en su casa, en la cual reflexionaron acerca del peligro de las “fake news” de cara a las elecciones, y convinieron que la clave para luchar contra la “desinformación” era censurar el contenido de medios de comunicación y de las cuentas de redes sociales que promovieran las noticias falsas. Ello parece abonar la teoría de que la censura reiterada que sufrió Trump en su cuenta de Twitter durante toda la campaña y que culminó con el cierre de la misma, fue algo bastante más premeditado de lo que la progresía mundial siempre ha defendido. Casualmente, uno de los líderes invitados al encuentro fue Vanita Gupta, que acaba ser designada como Fiscal General Adjunta de Estados Unidos, en el gobierno de Joe Biden.

En las presidenciales norteamericanas nació la censura, ahora global, de las grandes tecnológicas, con Zuckerberg a la cabeza

Pero no bastaba con todo lo anterior, la alianza perseguía que calara en la opinión pública que los votos por correo no podían ser fraudulentos y que sería normal que algunos Estados no hubieran terminado el recuento de votos en la noche electoral. En este punto, debemos recordar que la pírrica victoria de Biden se produjo gracias al triunfo en los Estados clave de Georgia, Arizona y Pensilvania, por unos márgenes muy estrechos y en los que efectivamente el recuento no culminó en la noche electoral, sino que durante días Trump estuvo por delante hasta que comenzaron a procesarse masivamente votos por correo y entonces comenzó la “gran remontada de Biden”. De nuevo, es ciertamente sorprendentemente que esto ocurriera justo en Estados clave que decidían las elecciones y que en los Estados donde ocurrió como Arizona, Wisconsin, Pensilvania o Michigan, tenían administraciones electorales demócratas. En contraposición, otros Estados clave como Texas, Florida u Ohio, con administraciones electorales republicanas y en su mayoría con mayor población y más votos a recontar que los Estados demócratas antes señalados, no hubo ningún retraso en el recuento y terminaron el mismo en la noche electoral, alzándose victorioso Trump.

En los estados clave para los demócratas fue donde se retrasó el recuento, donde más vuelcos hubo... y donde Biden acabó ganando por la mínima

Sobre esta cuestión, también resulta paradójico que semanas antes de la elección, la Cámara de Comercio estadounidense, en un inusual movimiento, contactara con el arquitecto a través de un enviado y mostrara su voluntad de participar en la “protección de la elección”. Casualmente, el mismo día de los comicios, el presidente de la patronal estadounidense, Tom Donahue, y el CEO de la Federación Americana del Trabajo, Richard Trumka, emitieron un comunicado conjunto señalando: “Es imperativo que los oficiales electorales tengan el espacio y el tiempo necesario para contar cada voto de acuerdo con la normativa aplicable… Imploramos a los medios de comunicación, a los candidatos y al pueblo americano que tengan paciencia y confíen en nuestro sistema”. 

Llama la atención que, a pesar de que al comienzo de la noche, los ánimos progresistas estaban alicaídos por la ventaja que estaba tomando el presidente Trump, el arquitecto se mostraba muy tranquilo, porque según su modelo de proyección la victoria estaba asegurada. Sin embargo, ello no quita para que se dieran instrucciones y se movilizara a los activistas “protectores de la elección”, para que salieran a las calles a celebrar la victoria y dejaran claro que no habría oposición a la misma.

La coalición pro-Biden "Proteger los resultados" tenía preparadas 400 manifestaciones antifraude... si Trump hubiera ganado

Pero no crean, la alianza también tenía preparada otra carta en caso que la victoria de Trump hubiera sido aplastante. Desde el verano, activistas progresistas planearon protestas masivas si “Trump trataba de robar la elección”. Así, más de 150 grupos progresistas, se unieron a la coalición “Proteger los resultados”, en cuya página web se señalaban 400 manifestaciones preparadas en diversos puntos del país para el día después de las elecciones, en caso de que Trump se hubiera alzado victorioso.

Cinismo demócrata: "es necesario que la gente entienda la fragilidad del sistema para asegurar que la democracia en América perdure”

De nuevo, si los demócratas tenían tanta fe en el sistema electoral, ¿por qué habrían de tener preparadas protestas de antemano en caso de victoria de Trump?

En un alarde de despotismo ilustrado, Time nos recuerda que “es necesario que la gente entienda la fragilidad del sistema para asegurar que la democracia en América perdure”.

¿De verdad lo que ha llevado a Biden a la Casa Blanca es la fortaleza de la democracia?