Una elección que no era determinante para decidir el control del Senado, dado que los demócratas, al haber obtenido ya 50 escaños tenían asegurada la mayoría, con el voto de calidad de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris
Esta semana ha tenido lugar la segunda vuelta de las elecciones al senado federal por Georgia, dado que ningún candidato había obtenido el 50% de los votos en la primera vuelta, en las que se enfrentaban el actual senador demócrata Raphael Warnock contra el candidato republicano Herschel Walker, la última contienda pendiente de las elecciones de mitad de mandato.
Una elección que no era determinante para decidir el control del Senado, dado que los demócratas, al haber obtenido ya 50 escaños tenían asegurada la mayoría, con el voto de calidad de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris, en su condición de presidenta del Senado, gracias a lo cual los progresistas han ostentado el control del Senado en estos dos primeros años de presidencia de Joe Biden.
El republicano Walker se ha quedado muy cerca, pero no ha podido batir al actual senador Warnock que se presentaba a la reelección. El demócrata ha obtenido el 51,4% de los votos por el 48,6% del republicano. Como el republicano Walker ha sido derrotado, automáticamente los medios de comunicación han asegurado que es un fracaso de Trump, dado que Walker es amigo suyo y había sido apoyado por el expresidente. Lo cierto es que Walker tenía también el apoyo de otros pesos pesados del Partido Republicano como el del líder republicano en el Senado Mitch McConnell o el del gobernador de Florida Ron DeSantis, así como de un número relevante de senadores, congresistas y líderes conservadores, pero ya se sabe que, con tal de atacar a Trump, todo vale.
La peor noticia es la reelección del senador Raphael Warnock, abanderado del movimiento marxista BLM y del sector antisistema demócrata, quien en su época como reverendo llegó a proferir en sus homilías lindezas tales como “nadie puede servir a Dios y al Ejército, ni a Dios y al dinero ni a Dios y al demonio” o “lo que caracteriza a América es el racismo”. Tras la victoria demócrata en Georgia y la reelección del senador Warnock, los demócratas ostentarán 51 escaños en la Cámara Alta.
Pero ojo, porque esto no ha quedado ahí, el viernes la senadora Sinema anunció su salida del grupo demócrata pasando a ser independiente. Con lo que el Senado quedará finalmente compuesto por 50 demócratas, 49 republicanos y una independiente, por lo cual, nuevamente, los demócratas tendrán que valerse del voto de desempate de Kamala.
El resultado en el Senado es la parte agridulce de la victoria legislativa republicana en las elecciones de mitad de mandato. Tras el final del recuento, en el conjunto del país, los republicanos han superado por más de tres millones de votos a los demócratas, obteniendo el 50,7% de los sufragios, por un 47,7% de los progresistas.
A pesar de esta holgada victoria, en esta ocasión, el sistema electoral ha favorecido a los demócratas quienes, pese a haber perdido con claridad en voto popular, al haberse impuesto por la mínima en algunas carreras decisivas en Estados clave como Arizona, Georgia, Nevada o Pensilvania, han logrado conservar la mayoría del Senado.
También ha terminado el recuento en el Congreso en el que todavía quedaba pendiente un escaño por California, y los republicanos han arrebatado la mayoría a los demócratas, alcanzando la cifra final de 222 escaños por 213 de los progresistas.
Lo cierto es que la euforia demócrata no tiene justificación. No solo es que hayan perdido el Congreso y la mayoría del voto popular, sino que por mucho que conserven la mayoría en la Cámara Alta, los resultados no son precisamente positivos para un presidente que apenas lleva dos años en la Casa Blanca, y que ha estado a punto de perder ya el control de las dos Cámaras.
Si comparamos estas elecciones de 2022, con las de 2018, en las que Trump se encontraba en el mismo momento de presidencia que Biden, los republicanos no solo conservaron la mayoría del Senado sino que, además, obtuvieron una mayoría más holgada que la tienen actualmente los demócratas de Biden, así en 2018, los republicanos obtuvieron 53 escaños en el Senado por 47 de los demócratas.
Los resultados de las elecciones de mitad de mandato suponen un claro aviso para Biden, dado que de repetirse la amplia victoria republicana, puede que la distribución de resultados en los Estados clave no resulte favorable a los progresistas, llevándoles a perder la Casa Blanca.