La lectura que ha efectuado la progresía mediática de las elecciones de mitad de mandato se aleja de cualquier análisis lógico de lo ocurrido. Llama la atención la euforia demócrata, dado que si bien es cierto que la victoria republicana no ha sido tan aplastante como pronosticaban los sondeos, no cabe duda que los grandes perdedores de la noche son Biden y su partido, que ostentaban el control de Congreso y Senado y que, si bien en el Senado han conseguido mantenerlo por la mínima, el recuento apunta a que perderán la mayoría en el Congreso.

El otro mantra que repiten sin cesar los medios de comunicación es que Trump es tóxico para los republicanos y que así lo demuestran los resultados de las elecciones. Otra afirmación alejada de la realidad.  A pesar del relato de los demócratas, lo cierto es que ha sido una gran cita electoral para los republicanos y muy particularmente para el trumpismo. Así, en las elecciones claves en la Cámara Alta, la mayoría de candidatos avalados por Trump han resultado victoriosos. Es el caso del escritor J.D. Vance, autor del bestseller publicado en 2016, Hillbilly Elegy, obra de referencia para entender el cambio social estadounidense de las últimas décadas, que ha hecho que millones de históricos votantes demócratas, hayan pasado a ser trumpistas. Vance ha sido elegido senador por Ohio. Hay más: Ted Budd ha sido elegido senador por Carolina del Norte y conviene destacar también el caso de Ron Johnson, que ha sido reelegido para su tercer mandato como senador por Wisconsin. La victoria de Johnson es especialmente relevante, dado que era uno de los candidatos a batir por los demócratas, ya que es el legislador republicano de referencia en materia de seguridad nacional e inteligencia, habiendo sido una pieza clave para desmontar la farsa de la trama rusa orquestada por los demócratas, en una denuncia donde se utilizó al FBI como arma política. Johnson fue una pieza clave en la lucha contra la infiltración del regimen comunista chino en EEUU. Además, la inquina de Biden hacia Johnson es especialmente agresiva, puesto que Johnson ha denunciado la corrupción del clan Biden, particularmente los negocios ilícitos de Hunter Biden, hijo del presidente. Gran noticia para los republicanos y es que, durante los próximos seis años más, Johnson será el ariete conservador contra la impunidad progresista.

El otro mantra que repiten sin cesar los medios de comunicación es que Trump es tóxico para los republicanos y que así lo demuestran los resultados de las elecciones. Otra afirmación alejada de la realidad

Cabe referirse a otros candidatos trumpistas al Senado que han registrado grandes resultados, es el caso de Herschel Walker, quien el próximo mes de diciembre se enfrentará en segunda vuelta al actual senador demócrata por Georgia, el reverendo Raphael Warnock, porque en primera vuelta ninguno de los candidatos han alcanzado el 50%. La mala noticia para el trumpismo, junto con la ajustada derrota de Masters, ha sido la derrota del candidato republicano por Pensilvania Mehmet Oz, lo que supone que el demócrata John Fetterman representará a Pensilvania en la Cámara Alta, una auténtica desgracia. Como contamos en Hispanidad, Fetterman es un notorio representante del sector antisistema del partido, que ha defendido flexibilizar la salida de prisión de asesinos convictos en plena ola de criminalidad que asola EEUU.

En el Congreso, los republicanos están cerca de arrebatar el control de la Cámara a los demócratas, con lo que podrían torpedear la agenda progresista de Biden, quien hasta la fecha goza de poder casi absoluto al controlar ambas Cámaras, lo cual supondría que Nancy Pelosi podría ser relevada de su cargo, por el republicano Kevin McCarthy, que se convertiría en presidente de la Cámara de Representantes. Además, en el conjunto del voto al Congreso a nivel nacional, según Real Clear Politics, los republicanos han obtenido el 51,4% de los sufragios frente al 46,7% de los demócratas, obteniendo los conservadores cinco millones de votos más que los progresistas.

Así, frente al entusiasmo demócrata por la supuesta derrota del trumpismo, que no ha sido tal sino más bien lo contrario, podemos citar el notable catálogo de “estrellas estrelladas” demócratas, que a pesar de gozar de notable apoyo mediático y económico han sido un auténtico fiasco. Es el caso de Beto O’Rourke, el llamado Kennedy texano, quien fuera candidato en las primarias presidenciales demócratas de 2020, que pese al gran apoyo mediático, ha sufrido un duro correctivo en las elecciones a gobernador de Texas, donde el actual gobernador y candidato republicano Greg Abbott le ha vencido con facilidad por 11 puntos, con lo que Abbott asumirá su tercer mandato al frente  del segundo Estado más poblado del país, y donde los republicanos ostentan el ejecutivo estatal de manera ininterrumpida desde 1995. También es el caso de Tim Ryan, congresista por Ohio desde hace dos décadas y candidato también en las primarias presidenciales demócratas de 2020, quien ha sido derrotado también con claridad por el trumpista J.D. Vance, como comentábamos con anterioridad. Otro caso, ha sido el del joven Mandela Barnes, actual vicegobernador de Wisconsin con apenas 35 años, quien a pesar del gran apoyo recibido, ha sido derrotado por el republicano Ron Johnson. También cabe referirse a la debacle de Stacey Abrams, icono del movimiento marxista Black Lives Matter y abortista radical, que llegó a afirmar que "no existe el latido del corazón a las seis semanas. Es un sonido fabricado, diseñado para convencer a la gente de que los hombres tienen derecho a tomar el control del cuerpo de la mujer", que ha sido claramente derrotada en las elecciones a gobernador de Georgia.

En el Congreso, los republicanos han arrebatado el control de la Cámara a los demócratas, con lo que podrían torpedear la agenda progresista de Biden, quien hasta la fecha goza de poder casi absoluto al controlar ambas Cámaras, y supondrá que Nancy Pelosi será relevada de su cargo

La única victoria republicana ensalzada por la progresía mediática ha sido la reelección de Ron DeSantis como gobernador de Florida, y no precisamente porque DeSantis sea muy querido por la progresía estadounidense, sino para propiciar el enfrentamiento fraticida dentro de los republicanos entre el expresidente Donald Trump y DeSantis, de cara a las primarias presidenciales republicanas para las elecciones de 2024. Es menester que ambos no caigan en la tentación de enfrentarse, y unan fuerzas de cara a las presidenciales de 2024. Trump debe reconocer la gran gestión de DeSantis como gobernador, dado que ha convertido a Florida en el bastión de resistencia frente a la colonización ideológica progresista de la Casa Blanca de Biden y DeSantis no debe olvidar que su éxito es gracias al trumpismo, del que se ha convertido en líder a nivel institucional. DeSantis debe alejarse del decrépito establishment histórico republicano, que con tal de perjudicar a Trump, le apoyará si reniega de él. No obstante, es un apoyo envenenado, dado que solo le apoyará si renuncia a sus principios cristianos. DeSantis debe recordar que su carrera política no hubiera despegado sin el apoyo de Trump. En 2018, cuando se presentó por primera vez a gobernador, era un desconocido congresista, cuya candidatura era boicoteada por el establishment republicano, que apoyaba en dichas primarias al candidato oficialista Adam Putnam. DeSantis no tenía opciones reales de ganar, hasta que recibió el apoyo de Trump y gracias a ello venció en las primarias republicanas y fue elegido a posteriori gobernador del Estado.

Lo cierto es que si bien la victoria de DeSantis ha sido aplastante dado que ha superado por más de 19 puntos al demócrata Charlie Crist, el resultado no es sino la confirmación de que, como ha venido contando Hispanidad en los últimos años, Florida ha dejado de ser un Estado bisagra, para convertirse en un feudo republicano. Ello se demuestra en que no solo DeSantis ha sido reelegido de manera aplastante, sino que también el senador federal Marco Rubio, que se presentaba a su tercer mandato, ha vencido por casi 17 puntos a su rival demócrata, la congresista Val Demings, y la Fiscal General Ashley Moody ha vencido también de manera abrumadora a su contricante demócrata por más de 20 puntos y en el Congreso, los republicanos se han hecho con 20 escaños por Florida, por apenas 8 de los demócratas.

La única victoria republicana ensalzada por la progresía mediática ha sido la reelección de Ron DeSantis como gobernador de Florida, y no precisamente porque DeSantis sea muy querido por la progresía estadounidense, sino para propiciar el enfrentamiento fraticida dentro de los republicanos entre el expresidente Donald Trump y DeSantis

A nivel estatal, los republicanos siguen ostentando la mayoría de los ejecutivos estatales, habiendo consolidado importantes plazas como Florida, Texas, Ohio o Georgia, entre otros. Y alzándose con la victoria en la relevante plaza de Nevada, donde el candidato trumpista Joe Lombardo ha vencido al actual gobernador y candidato demócrata, Steve Sisolak.

Trump conservó holgadamente el Senado durante toda su presidencia, pero Biden lo ha visto peligrar en las primeras elecciones que hay desde que fue elegido presidente, conservándolo por la mínima. 

El único consuelo real para Biden es que, al no haberse producido el cataclismo pronosticado, sus detractores que le querían aplicar la operación renove de cara a 2024 tendrán que esperar… por el momento.