Mientras siguen dirimiéndose en la vía judicial los procedimientos relativos al fraude en las elecciones presidenciales, la carrera electoral por el control del Senado continúa en EEUU. Tras los comicios, los republicanos obtuvieron 50 escaños, por 48 de los demócratas. Sin embargo, falta por esclarecerse el destino de los dos escaños del Estado de Georgia donde, al no alcanzar ninguno de los candidatos de los principales partidos el 50% de los votos en primera vuelta, se celebrará una segunda vuelta el 5 de enero, como prevén las leyes electorales del Estado. El objetivo demócrata de recuperar el Senado que se encuentra en manos republicanas es complejo, dado que en el mejor de los casos, de alzarse victoriosos en ambas elecciones, algo que se antoja complicado, podrían aspirar a un empate de 50 a 50 en la Cámara Alta, si bien es cierto que tendrían el voto de calidad de desempate del vicepresidente, que de no prosperar las demandas de fraude electoral, sería la demócrata radical Kamala Harris. Por este motivo, los demócratas están volcando la atención y el dinero en financiar a sus candidatos al Senado en Georgia. Estos son el reverendo afroamericano Raphael Warnock y el joven periodista Jon Ossoff, que se miden contra los senadores republicanos Kelly Loeffler y David Perdue, que actualmente ocupan los dos escaños en el Senado estadounidense por Georgia.

Pero sin duda la carrera que más interés mediático ha cobrado es la que enfrenta al pastor afroamericano de la Iglesia Baptista Ebenezer de Atlanta con la senadora republicana Kelly Loeffler. El motivo: los sermones del candidato pastor Warnock. De marcado carácter político y poco o nada teológico, lo cierto es que el candidato demócrata ha proferido desde el púlpito las siguientes lindezas: “Nadie puede servir a Dios y al Ejército, ni a Dios y al dinero ni a Dios y al demonio” o “Lo que caracteriza a América es el racismo”. Unos comentarios altamente “intelectuales” y ejemplificativos de la “caridad cristiana”, que más que de un pastor cristiano, podrían ser perfectamente proferidos por un radical del movimiento marxista Black Lives Matter. Quizás el buen reverendo debe revisar sus fuentes teológicas para predicar sobre la fe cristiana, dado que si bien han existido muchas obras de rigor acerca de la figura del demonio, ninguna de ellas ha llevado a identificar al demonio con los militares.

¿Creen que estos comentarios radicales han sido desaprobados por Joe Biden o por el Partido Demócrata? Al contrario, la congresista musulmana por Minnesota, Ilhan Omar, del antaño minoritario y ahora cada vez más relevante sector antisistema del Partido Demócrata, ha aplaudido las palabras del pastor radical y ha afirmado que efectivamente “Nadie puede servir a Dios y al ejército”. También ha acusado al ejército de EEUU de cometer un genocidio en su Somalia natal y siguiendo las instrucciones del pastor Warnock, que EEUU tiene racismo existencial. Además de la majadería, es particularmente sorprendente esta afirmación, por cuanto ella misma llegó a EEUU desde Somalia con visado de refugiada. Curiosa forma de agradecimiento al país que le acogió y que tan racista no será, ya que ella misma es miembro del Congreso de EEUU a sus apenas 38 años.

Por su parte, desde el flanco republicano, las críticas no se han hecho esperar y numerosos senadores y políticos han pedido la renuncia del reverendo Warnock. Sin duda, la mejor aportación ha sido la del senador republicano por Florida, el hispano Marco Rubio, quién ha afirmado: “No estoy sorprendido porque el candidato demócrata al senado por Georgia, haya afirmado no se puede servir a Dios y al ejército. Estas e incluso otras majaderías mayores son las que los radicales que controlan el Partido Demócrata promueven”.

También múltiples asociaciones de veteranos del Ejército de EEUU han exigido la renuncia del pastor Warnock.

La presente polémica del clérigo fanático de extrema izquierda, recuerda mucho al episodio del pastor Jeremiah Wright. Remontémonos a las primarias presidenciales del Partido Demócrata del año 2008 que enfrentaba a los entonces senadores Barack Obama y Hillary Clinton. En medio de las primarias, la cadena ABC publicó los controvertidos sermones del pastor afroamericano de la Iglesia Unida de Cristo, Jeremiah Wright, quién desde el púlpito pronunciaba homilías de contenido radical y antisistema en las cuales acusaba a EEUU de haber provocado el 11-S, calificó como genocidas a los militares estadounidenses y deseó la destrucción de EEUU, llegando a afirmar “Dios maldiga América”. Curiosamente, este alegre reverendo era el pastor del entonces senador y ahora expresidente Barack Obama. La vinculación con Obama eran tan estrecha que fue Wright  quién celebró el matrimonio de Barack y Michelle Obama y bautizó a sus hijas Malia y Sasha. El escándalo fue tal que Obama, para salvar su candidatura presidencial, afirmó que abandonaba su Iglesia y que dejaba de tener vínculo con su pastor de toda la vida.

La diferencia del caso Wright de 2008 y el caso Warnock de 2020, es que ahora el Partido Demócrata no sólo es que no condene los sermones y las majaderías de este fanático de extrema izquierda, sino que además lo ensalza. La razón es clara: la ideología radical y fanática de Warnock es ahora la ideología del Partido Demócrata…y del Nuevo Orden Mundial (NOM).

El escándalo del pastor Warnock surge precisamente en el Estado de Georgia, que es donde se centra ahora la atención acerca del fraude electoral. Así, a las irregularidades que denunciábamos en dicho Estado, se unen ahora los testimonios de múltiples testigos del fraude electoral como es el caso de Nicholas Zeher, observador del recuento del Condado de Henry, que ha afirmado que observó cómo muchos de los votos por correo favorables al presidente Trump, se le atribuyeron a Joe Biden. Otro caso es el de Consetta Johnson, quien formó parte del recuento en el Condado de Cobb, y ha denunciado que presenció cómo numerosas papeletas con voto en blanco y a favor de candidatos minoritarios, como la libertaria Jo Jorgensen, se computaron a favor de Joe Biden.

Sobre las alegaciones del fraude electoral, sorprende también cómo los medios de comunicación han silenciado las palabras del presidente de la Comisión Federal Electoral, Trey Trainor, quien ha afirmado que el equipo de campaña de Donald Trump está llevando a los tribunales acusaciones legítimas y bien fundadas de fraude electoral. En este plano, también ha destacado el testimonio del célebre letrado y profesor jubilado de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz que ha apuntado que es previsible que las demandas de fraude lleguen al Tribunal Supremo porque afectan a un número de votos suficiente como para dar un vuelco a los resultados y que particularmente en el caso del decisivo Estado de Pensilvania, desde un punto de vista jurídico, las demandas de fraude tienen muchos visos de prosperar.

Así, contrariamente a la imagen que proyectan los medios de comunicación, que además de censurar a cualquiera que denuncie el fraude electoral y calificar como populistas y conspiranoides a todos los que se atreven a alzar la voz, lo cierto es que el 47% de los americanos piensan que ha existido fraude electoral y que los demócratas han robado las elecciones. Es decir, para los medios de comunicación, 154 millones de ciudadanos de los 328 que componen el país, son una banda de fanáticos y desequilibrados partidarios de la teoría de la conspiración.

De no prosperar las demandas de fraude electoral y alzarse Biden como presidente, la ideología  radical del tándem Warnock-Omar será la que rija el destino de EEUU… las consecuencias serían terribles.