Directamente bochornoso, lamentable e innecesario ha sido el discurso del Rey ante las Naciones Unidas en el debate general del 80º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. 

En una absoluta defenda de la Agenda 2030 y los ODS, Felipe VI ha comenzado su mitin político con un "Comparezco hoy ante ustedes, los delegados y delegadas de los Estados miembros de las Naciones Unidas". 

Como si el tierno Albares se hubiera apoderado de él, asegura que "son causa y consecuencia de tantos conflictos, la falta de recursos, la fragilidad de los estados, las desigualdades. La distancia que nos separa del cumplimiento de los objetivos incluidos en la Agenda 2030 sigue siendo enorme. Y el déficit actual de financiación para el desarrollo sostenible supera los 4 billones de dólares anuales".

El Rey se convierte en engranaje de la maquinaria de publicidad del Sanchismo y asegura que "España, en línea con el Compromiso allí alcanzado, adoptado por consenso, ha lanzado el “Plan Sevilla de Apoyo al Multilateralismo”; hemos aumentado nuestra contribución a los fondos internacionales para el desarrollo y reafirmado nuestro compromiso con la defensa de los Derechos Humanos, la igualdad de género y la transición ecológica, que son elementos centrales y distintivos de nuestra política exterior".

A continuación: "Me referiré, con brevedad, a cada uno de estos tres ámbitos", o dicho en otras palabras, procede a enumerar punto por punto la Agenda 2030. 

En primer lugar, los Derechos Humanos. "España es, desde este año, miembro del Consejo de Derechos Humanos, lo que nos permitirá seguir trabajando en causas tales como la lucha contra el racismo, la erradicación de la pena de muerte y la promoción de los derechos económicos, sociales y culturales; y persistir en el combate contra todo tipo de discriminación". "En estos tiempos confusos, que ponen a prueba la capacidad de diálogo, es cuando más fieles debemos permanecer ante estos valores".

Y más: "En sintonía con esos principios, creemos que la inmigración, adecuadamente gestionada, es un vector de desarrollo mutuo para las sociedades de origen, tránsito y destino, y que los Derechos Humanos de los migrantes deben ser, en consecuencia, la referencia principal de nuestra acción. Por eso apoyamos con convicción plena la aplicación del Pacto Mundial Migratorio y el Pacto Mundial de Refugiados".

Seguimos para bingo, con el progresismo del medioambiente. "La triple crisis planetaria a la que nos enfrentamos -cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad- nos exige un refuerzo de la gobernanza y unos recursos suficientes para acelerar la transición energética justa, que nos permita triplicar las capacidades de energías renovables, duplicar la eficiencia energética y continuar descarbonizando nuestras economías. Son objetivos tan ingentes como necesarios, y por eso las dudas deben quedar fuera de la ecuación". 

Por si faltara algún tópico, el Rey apuesta por la Tiranía Global... por nuesta salud, "cuya dimensión global se hizo evidente, con tintes trágicos, en los tiempos no tan lejanos del COVID-celebramos que se haya alcanzado un consenso en torno al Acuerdo sobre Pandemias, lo que refuerza la posición central de la Organización Mundial de la Salud dentro de la arquitectura global de salud".

Pero cuando ya pensábamos que las palabras de Felipe VI no podían dar más de sí, el Rey se vuelve abortero: "España aspira a seguir siendo un referente global en temas como la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, contra la violencia sexual y de género, por la mayor participación de las mujeres en posiciones de liderazgo y en los procesos de toma de decisiones". 

Una vez deja clara su vertiente abortera, ecologista y globalista, Felipe VI, sin ningún tipo de vergüenza procede a hablar de "tres ejes fundamentales por posición geográfica en política exterior española: hacia África y el Mediterráneo, hacia América y el Atlántico y hacia Europa". Y pasa a hablar de África, donde ya directamente el Rey parece el mismísimo Pedro Sánchez, exponiendo "Operaciones de Mantenimiento de la Paz en la región, a las que mi país contribuye de manera decidida", y pone como ejemplo, que ya hay que tener cara, "el Sáhara Occidental, donde España seguirá apoyando al enviado personal del Secretario General de Naciones Unidas para alcanzar una solución aceptable y concorde con las normas y el marco de Naciones Unidas". Por supuesto, habla de la "especial relación de vecindad y cooperación que nos une con el Reino de Marruecos", a la que, "en los últimos años, hemos dado un nuevo impulso en beneficio de nuestros pueblos"... ¿regalándoles Ceuta y Melilla, por ejemplo? Y para rematar señala el pasado 11 de junio, cuando se "anunció un acuerdo político definitivo sobre los aspectos fundamentales del futuro Acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido. Un pacto histórico, respetuoso con la posición de mi país con respecto de la soberanía y jurisdicción sobre Gibraltar, que aportará confianza, seguridad jurídica y estabilidad a las vidas de la población del Campo de Gibraltar y del propio Gibraltar". 

Majestad, para esto, mejor no cruzar el charco.