Desafiar a Bruselas: le puede salir bien
El tiralevitas de Héctor Gómez, portavoz parlamentario del PSOE en el Congreso, puso el broche de oro al Debate sobre Estado de la Nación, debate que nos lleva una conclusión inequívoca: ¡Madre mía, en qué manos estamos!
Un muy dolido Gómez nos explicaba lo intolerable que le resultaba escuchar los tremendos insultos que la oposición -la de derechas, naturalmente- propiciaba contra don Pedro Sánchez. Precisamente, un Pedro Sánchez que durante dos jornadas se ha mostrado fuerte con el débil y débil con el fuerte, como él precisamente denuncia. En otras palabras, las críticas de PP, Vox y Ciudadanos, cada uno por su lado, han sido duras, más de forma que de fondo, también las de Vox, pero mucho menos chulescas que las de sus aliados, sobre todo los nacionalistas vascos (PNV aún más que Bildu) y catalanes que las de la derecha española, pero Sánchez se ha revuelto contra esa derecha y no contra, por ejemplo, los "hijos de ETA" de Bildu tal y como los calificó la aún líder del aún partido Ciudadanos, Inés Arrimadas.
El Debate resulta ideal para un personaje como don Pedro, cuya vanidad es infinita, su locuacidad supera a la de Fidel Castro y que nunca, jamás, sufre de afonía. Debería ser locutor de radio
Pero dejemos lo anecdótico, es decir, la frivolidad habitual en nuestra clase política. Porque todo eso importa poco. a fin de cuentas, la técnica de un ególatra como Sánchez continúa siendo la misma: las críticas a mi gestión son insultos de la derecha ultra (o sea, de cualquier derecha) mientras mis insultos son muestra de sensatez y de que soy el más demócrata de todo el corral.
Ni una decena de debates como el de esta semana servirían para otra cosa que para dar gusto a un personaje como don Pedro, cuya vanidad es infinita, su locuacidad supera a la de Fidel Castro y que nunca, jamás, sufre de afonía. Debería ser locutor de radio.
Esta semana de ruedo parlamentario pasará a la historia pequeña -o sea, a la historia política, menor- como el Debate sobre el Estado de la Nación en la que Sánchez retó a Europa. Ejemplo, mientras El País, la SER, RTVE y otros medios líderes silencian la cuestión, lo más importante del Debate no ocurría en la Carrera de San Jerónimo sino en Bruselas, desde allí llegaban las voces (Ecofin) de que España debe reducir el gasto público y su deuda pública a marchas forzadas, ante la ola recesiva que llega y que en España (comisión Europea-, ese paraíso de la democracia), el Gobierno debe dejar de manipular la justicia. Pues bien, la respuesta de Sánchez la tienen aquí: ni reducirá, todo lo contrario, el gasto público ni dejará de manipular a la justicia.
El cinismo de Sánchez lleva a hacer una reforma de su propia normativa y forzar la sustitución del Tribunal Constitucional, cuando lo que le está diciendo Europa es que desligue a la Moncloa de la Fiscalía General del Estado y, sobre todo, que al poder judicial le elijan los jueces, no los políticos. En otras palabras, Europa le está dando la razón al PP mientras el europeísta Sánchez se pasa las directrices europeas por donde la espalda pierde su casto nombre.
Pero oiga, es posible que no sea Europa que gane el desafío que Sánchez le ha planteado. A a fin de cuentas, la Unión Europea es hoy un ente degenerado y mortecino. Eso sí, con un adarme más de sensatez que el Gobierno español.
En resumen, Bruselas le ha dicho dos cosas a Sánchez: respete la independencia de la justicia y reduzca usted el gasto público. Y Sánchez ha respondido violentando el cambio en el Tribunal Constitucional y activando, de nuevo, a Lola la Loca, tal y como es conocida en la carrera la actual fiscal General del Estado, Dolores Delgado.
Y lo peor, Sánchez ha decidido aumentar las subvenciones, y con ellas el gasto público española, cuando Europa le ha pedido que reduzca el gasto para combatir la crisis de inflación y, ojo, de productividad, que se nos echa encima.
Pero insisto; podría ser que el europeísta Sánchez que chulea a Europa, ganara el pulso. La actual UE es un ente mortecino y degenerado.