Lo cierto es que si el lunes 6 la policía no hubiera gaseado a ancianos de más de 70 años en la calle Ferraz de Madrid (ver vídeos), ante la sede central del PSOE, si ese día el mezquino ministro Marlaska no hubiera autorizado -no sé si ordenado- mano dura contra gente pacífica que simplemente está harta de que el Sanchismo humille a España ante un personajete como Puigdemont, probablemente un día después, el martes 7 no hubieran aparecido encapuchados -es lo que menos me gustó- ante la sede socialista. Y naturalmente, con más razón que un día antes, la policía cargó. Y como no eran los salvajes indepes que actuaron en Cataluña... pues los antidisturbios tuvieron un trabajo bien fácil y, tanto el lunes como el martes, lo ejecutaron en actitud chulesca.

El endiosamiento de Pedro Sánchez ya no admite ni la más leve crítica hacia su persona porque resulta un... "atentado contra la democracia"

Tiene gracia leer en El Mundo, periódico pepero y antisocialista, pero muy progre, hablar de radicales y asegurar que "la protesta cívica es legítima, la violencia nunca lo es". ¿Lo del lunes 6 no era protesta cívica y fue gaseada por la policía de Marlaska y jaleada horas después por la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez? Tres matices:

1.El más importante: la actitud del Gobierno Sánchez ha vuelto a ser la del débil con el fuerte (sus socios separatistas) y fuerte con el débil (los manifestantes del día 6). Oír vociferar a Isabel Rodríguez que quien "atente", o sea, quien se manifieste libremente, ante la sede del PSOE está atacando a la democracia es señal de a dónde nos ha llevado el Sanchismo: al enfrentamiento civil entre las dos Españas y al endiosameinto de un Pedro Sánchez que ya no admite ni la más leve crítica hacia su persona porque resulta un "atentado contra la democracia".

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Mientras el comunista energúmeno de Sumar, Enrique Santiago, asegura que la derecha está incendiando España... y esto lo decía antes de la manifestación del martes, tras la pacífica manifestación del lunes.

2.La actitud pacata del PP y de la siempre acobardada derecha española resulta curiosa. Lo primero, distanciarse de los 'ultras' de Vox. Pues precisamente eso fue lo que le hizo durante las dos semanas previas a las elecciones del 23-J y le privó de conseguir mayoría absoluta... con Vox.

La historia de Sánchez: los españoles nos hemos vuelto muy finolis como para llegar a una guerra civil, pero ya vivimos un enfrentamiento civil permanente donde no se trata de defender nuestros principios sino de destruir al adversario

Como Santiago, tras la pacífica manifestación del lunes, Cuca Gamarra ya tomaba distancias contra los manifestantes. Simplemente en lugar de defenderles de la policía de Marlaska, que se había pasado dos pueblos, nuestra derecha acomplejada consideró que el Gobierno es muy malo. sí, pero que los culpables eran los gaseados, para marcar distancias con Santiago Abascal que apareció por allí.

3.La actitud de los periodistas, tertulianos y redistas de la derecha moderada -o sea, inane- que el martes estaban deseando que algún extremista "provocara", fue el término que emplearon, a la policía para que esta cargara, como al final hizo, contra los 'ultras' que amenazaban la pobrecita sede de Ferraz.

Un ejemplo: en Moncloa no dejan de repetir que Telemadrid es el altavoz de la derecha mediática: pues les aseguro que las intrépidas reporteras que retransmitieron el martes las manifestaciones en la madrileña calle Ferraz, serán recompensadas por La Moncloa. O quizá no, porque ni Roma ni Sánchez pagan traidores.

Qué se puede esperar de un PP con una portavoz como Cuca Gamarra, que pugna por distanciarse de la ultraderecha, no porque le rechinen sus formas sino porque le rechina, como a Feijóo, el fondo cristiano de Vox. Porque el cristianismo de Vox, y repito que el partido de Abascal está en caída libre, contradice la ideología difusa, centro-reformista, de los peperos tipo Cuca Gamarra, cuyo ideario es tan difuso que les reto a que traten de definirlo en menos de un minuto.

Si el País Vasco y Cataluña se recristianizaran, el independentismo dejaría de existir; si el conjunto de España se recristianizara la izquierda volvería a preocuparse de la igualdad y la derecha de la libertad... y no de la chifladura 'woke'

Lo que está pasando en España es muy grave, no sólo porque Pedro Sánchez vaya a gobernar otra legislatura secuestrado por comunistas y por quienes odian a España, sino porque el Sanchismo ha traído a escena, una vez más, las dos Españas y el espíritu guerracivilista donde se niega al contrario la más mínima rectitud de intención. Es posible que no lleguemos al enfrentamiento armado -yo no lo descarto- porque los españoles nos hemos vuelto demasiado finolis, pero ya estamos en una guerra civil no declarada, lo que podemos llamar enfrentamiento... a eso no necesitamos llegar porque hace tiempo que vivimos en él. La Ley de amnistía no es sino una etapa más de esta estación, muy parecida a la que el Frente Popular creó en la España de 1936 y que todos sabemos cómo acabó.

¿Dónde está la solución? En la recristianización de España, en la vuelta a su identidad, que no es otra que el cristianismo... hasta para el español agnóstico. Los separatismos catalán y vasco no son más que credos religiosos a los que se adhiere quien ha perdido la cosmovisión cristiana de la vida. Si el País Vasco y Cataluña se recristianizaran, el independentismo dejaría de existir, si el conjunto de España se recristianizara la izquierda volvería a preocuparse de la igualdad y la derecha de la libertad... y no de la chifladura 'woke'.