En primer lugar, el pasado no desaparece por el hecho de declarar, pomposamente, derecho alguno. 

En segundo lugar, el derecho al olvido, que, dicho sea de paso, me parece una estupidez enorme en cualquiera de sus formulaciones, ni quita ni pone al hecho de que una persona haya sufrido el terrible cáncer.

En segundo lugar, ¿por qué no habría de considerar un asegurador el hecho de que un cliente pueda sufrir una metástasis incurable? ¿Acaso el precio de la prima, de cualquier prima de seguro, no se calcula según el riesgo que el asegurador asume con cada asegurado? ¿Acaso podemos hablar del derecho de un anciano de 60 años a pagar lo mismo, lo mismo poco, por una prima de seguro de vida que pagaría un joven de 18?

Haber sufrido cáncer es como la pobreza: no es un desdoro pero tampoco un mérito. Es un hecho que se integra en tu presente. Sólo eso. Además, lo del derecho al olvido oncológico es una horterada como la copa de un pino. 

Hay que ayudar al pobre e intentar curar al enfermo de cáncer, pero parece un tanto estúpido inventarnos el derecho a negar la realidad -que es lo que es-, propuesto con esa solemnidad para el absurdo, que constituye una de las características del doctor Sánchez. Y en campaña electoral. Este nuevo derecho es de los que más gustan a los políticos, porque su coste no recae sobre el errario público sino sobre la propiedad privada.

Y otra ocurrencia del doctor Sánchez: cine a 2 euros para jubilados, justamente los martes. Al final, don Pedro nos dirá lo que debemos hacer en cada momento. Por supuesto, nos subvencionará hacerlo… con el dinero de los demás, naturalmente. Es decir, con nuestro dinero.

Y en cualquier caso, derecho al olvido oncológico y cine a dos euros: ¿es esto serio?