Naturalmente, tenía que ser en Halloween, el día de los zombis, cuando el guerracivilista Sánchez fijara su día dedicado a las Víctimas del Franquismo, que no de la II República española. La mañana del 31 de octubre, el presidente del Gobierno ha concentrado a familiares de víctimas del Franquismo. Naturalmente las víctimas de la II República no existen o, por lo menos, no fueron convocados.

Pero el colmo del cinismo llegó cuando, por dos veces, durante su discurso, el presidente del Gobierno, el más cristófobo de toda la democracia, el que niega la matanza de católicos perpetrado por socialistas, comunistas y anarquistas durante la Guerra Civil, cabizbajo y meditabundo, nos habló de que las víctimas del Franquismo no tienen el consuelo de mantener un crucifijo de sus seres queridos.

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Aún más: Sánchez habló de las víctimas del Franquismo asesinadas por odio religioso. ¿En serio, Pedro? ¿Franquistas matando a republicanos por odio a la religión? ¿No sería justo al revés?

Es igual, todo vale. Incluso Sánchez, a falta de otros ejemplos, volvió a citar a Benita, la anciana de Colmenar Viejo que continúa buscando los restos de su padre, presuntamente asesinado por los franquistas en esta localidad madrileña.

Ya utilizó Félix Bolaños a esta pobre anciana, y el 31 de octubre, primer día Nacional de las víctimas del Franquismo, lo ha hecho Sánchez. 

Pero eligieron mal a la utilizada porque Colmenar Viejo fue el terreno donde los republicanos, en concreto, socialistas realizaron una matanza más miserable y rastrera de sus enemigos franquistas, especialmente, una vez más, no porque fueran franquistas sino porque eran católicos y los socialistas odiaban a los católicos.   

El Sanchismo ha convertido el día de todos los santos en el día de la memoria democrática. A lo mejor es por Halloween.