
Bandera de España y Estelada
Ha sido una semana muy divertida con el asunto catalán. Mientras el Rey de España era humillado otra vez en Gerona, en Madrid, Gabriel Rufián humillaba a su vez a Pedro Sánchez. y así, sumisión a sumisión, se habría paso el “referendín”, que diríamos en Asturias.
Sánchez asegura que no habrá una consulta por la independencia, mientras Iceta ofrece un referéndum sobre autogobierno y financiación. O sea, referéndum no pero ‘referendín’ sí. En resumen: Iceta propone aplicar a Cataluña el sistema fiscal vasco y navarro. Y una vez que lo de la pela esté canalizado, conceder un par de tonterías más, como matrícula en catalán o un DNI catalán y a lo mejor una Liga de fútbol catalana, con el Barça enfrentándose al feroz Sabadell. Bueno, y al Espanyol, un nombre de hondo arraigo en la ciudad condal… del Condado de Barcelona. Pero eso no cerraría el conflicto… ni de broma.
Sánchez asegura que no habrá una consulta por la independencia, mientras Iceta ofrece un referéndum sobre autogobierno y financiación
En cuanto mencionas la palabra referéndum algunos se vuelven locos de pasión y se conforman con cualquier cosilla… especialmente con el dinero.
“Si vivimos juntos decidimos juntos”, asegura el presidente, hoy por senderos de perdón y misericordia. Pues que tenga cuidado Pedro Sánchez, no vaya a ser que los indepes, que están a la que salta, aprovechen esa declaración para solicitar un referéndum.
Cuidado con convocar un referéndum en toda España. Entonces, en Cataluña, seguro que ganaba el sí
Yo siempre pensé que, en efecto, la respuesta a la exigencia de un referéndum en Cataluña por la independencia consistiera en ampliar la consulta la toda España: que votemos todos. Ahora pienso que no, porque la locura separatista acabará por aceptar ese referéndum y no computar otra cosa que la parte de catalanes que votaran por la independencia.
Es más, en ese referéndum nacional con objetivo regional, los indepes ganarían, seguro, ¿Por qué? Por lo que el expresidente del Barça, Sandro Rosell, respondió a la pregunta de qué votaría él en el caso de un referéndum por la segregación. Entonces, contestó, votaría ‘sí’ a la independencia y, si ganara el ‘sí’, al día siguiente salgo corriendo de Cataluña. Es lo que podríamos llamar el vértigo hacia el abismo, que todo nacionalista sufre.
Figúrense si les ponen a mano un referéndum en el que pueden votar sí y fastidiar a España y, al tiempo, evitar el desastre que resultaría de una independencia total.
Los separatistas catalanes son como los niños malcriados: lo suyo es pedir, aquello que realmente no desean, en la confianza de que pueden continuar reclamando… porque no se lo van a conceder
Los separatistas catalanes son como los niños malcriados: lo suyo es pedir, chillar e insultar para que les den aquello que realmente no desean, en la confianza de que pueden continuar reclamando porque no se lo van a conceder. El caso es quejarse y, por ninguna circunstancia, dejar de ser el centro de atención. Es el gran defecto de los nacionalistas catalanes: el narcisismo.
En cualquier caso, el referendín no es la solución. La solución para el problema catalán es no hacer absolutamente nada. Bueno, sí, hacer cumplir la ley y, cortar de raíz, con la máxima firmeza, cualquier asomo de violencia.
Y esto porque el problema catalán consiste en que el separatismo se ha convertido en una religión. Y toda religión falsa empieza a difuminarse cuando flaquea la esperanza.
En Cataluña, no hacer nada de nada.