El comunista Alberto Garzón se ha convertido en el personaje protagonista de un sinfín de memes, algunos brillantes, en las redes sociales, todos ellos coincidentes en su no muy destacado coeficiente intelectual. Constituye un ejemplo arquetípico del porqué los verdes son unos agonías, unos lutos de mucho cuidado y por qué dicen tantas tonterías... aunque sean ministros de la Corona.

Garzón le ha declarado la guerra a la carne, pero no por amor a los adelantos en la producción agrícola y ganadera, que no dejan de aumentar la producción y de inventar sustitutos de la carne animal, sino porque si comemos hamburguesas estamos destrozando el planeta. Uno diría que lo que hacemos al comer hamburguesas es beneficiar a la industria cárnica, además de disfrutar un montón, pero dejemos eso.

Se trata de aprovechar el talento humano, no de fastidiar al hombre. Este planeta -que Dios nos ha regalado- da para alimentar a decenas de humanidades

Pero lo importante es el significado de las campañas garzonianas, esas que con tanto entusiasmo excitan el ingenio de los españoles. Es decir, ante la presunta sobrepoblación, su presunta presión sobre el planeta y la presunta escasez de carne de vacuno, la más afamada de todas las carnes, Garzón no propone aumentar la producción y que disfruten los humanos, sino reducir el consumo de hamburguesas y que se fastidien los humanos. Garzón no apunta hacia la agricultura vertical, o los criaderos con lana volcánica o, en definitiva, por aumentar la producción, sino por volver a la caverna.

En resumen, los ecologistas son unos lutos, sólo nos proponen volver a la caverna para salvar al planeta. Cuando lo que debemos hacer es justo lo contrario: fiarnos del ingenio humano que puede multiplicar por 100 la productividad del planeta

Resumiendo: 

¿Ahorrar energía? No, producir más energía.

¿Comer menos carne? No, producir más carne, que está muy sabrosa, por otros medios, o mejorar los ya existentes. Esto es, aprovechar el talento humano, no fastidiar al hombre. 

Cuantas más personas sobre la tierra, mejor, que la vida es muy bonita. Y si somos demasiados, sabremos buscarnos otro planeta. No seamos lutos

Al fondo, la cuestión más peliaguda: ¿reducir el número de seres humanos para que sobreviva el planeta? Jamás. Por contra, lo que hay que hacer es tener más hijos, dejar de ser una sociedad mortecina, sin vitalidad, y aumentar la capacidad del planeta -que Dios nos ha regalado- aprovechando el talento humano -que Dios también nos ha regalado- para alimentar a decenas de humanidades: cuantas más personas sobre la tierra, mejor, que la vida es muy bonita.

Y si somos demasiados, sabremos buscarnos otro planeta. No seamos lutos.

Garzón, eres un agonías.