El miércoles 14 de mayo ha resultado un día intenso políticamente hablando. Tan intenso que hasta el barómetro del CIS empieza a pasar desapercibido. Hasta el momento, la mayoría de la llamada opinión publicada estaba convencida de que don Pedro Sánchez Pérez-Castejón no se va de Moncloa ni con lija.
Ahora bien. El domingo empezaron a cambiar las tornas, cuando El Mundo empezó a publicar mensajes de Whatsapp entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, su hombre de confianza, al que luego expulsó del Gobierno.
En Moncloa lo que más preocupa es la ausencia de entusiasmo popular. Al 'number one' ya sólo le apoyan aquellos cuyo salario depende de que Sánchez se mantenga en el cargo
Hay que reconocer que Ábalos ha aguantado carros y carretas pero si Sánchez no tiene límites, don José Luis sí tiene su límite de aguante. Y entonces ha comenzado a lanzar puyas, hasta situar a su exjefe al borde del precipicio. Sánchez se encuentra ahora mismo, en el momento más débil, en casi siete años de poder.
El Rey, los jueces, los periodistas... o los tres juntos. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato, quien enviará al presidente a su casa?
¿Qué ha cambiado? Que Ábalos ya no amenaza, actúa: retrotrae los whatsapp filtrados a 2016 y va graduando los mensajes. Ahora, Air Europa es su principal blanco
En Moncloa lo que más preocupa es la ausencia de entusiasmo popular. Al 'number one' ya sólo le apoyan aquellos cuyo salario depende de que Sánchez se mantenga en el cargo.
¿Qué ha cambiado? Que Ábalos ya no amenaza, actúa: retrotrae los whatsapp filtrados a 2016 y va graduando los mensajes. Ahora, Air Europa es su principal blanco.
¿Feijóo aprovecha la situación? Lo único que se le ha escuchado es que convoca un cónclave del PP para continuar el cónclave del Papa. Sin comentarios
¿Y el líder de la oposición don Alberto Núñez Feijóo aprovecha la situación? Lo único que se le ha escuchado es que convoca un cónclave del PP para continuar el cónclave del Papa. Sin comentarios.
De cualquier forma, no olviden que si Pedro Sánchez se mantiene en el poder, de escándalo en escándalo, es porque nos ha convencido de que es incombustible. No lo es.