Illa (1)
Aumenta el número de catalanes -y de asturianos, y de aragoneses, y de andaluces, hasta que el PP, cambió la norma en el sur y la adaptó al modelo madrileño- que renuncian a la herencia, por lo general el piso de sus padres, por la sencilla razón de que el Estado les pega un mordisco en impuestos que desvirtúa la herencia que se esperaba recibir.
Ahora falta saber cuántos catalanes se están empadronando en Madrid para que los políticos no les birlen su herencia, es decir, para salvaguardar la propiedad privada en la sucesión de padres a hijos. Pero claro, es que Isabel Díaz Ayuso no es progresista. Lo progresista es que el Estado se queda con un parte sustancial de mi herencia.
Y recuerden que hay muchos 'Estados': el Gobierno central actuando como cobrador del impuesto de sucesiones, de herencias, el mismo Estado cobrando IRPF o cuotas sociales, o el IVA, más los impuestos autonómicos de las comunidades autónomas, más los ayuntamientos... todos poniendo la mano.
Para entendernos, todo impuesto sobre el patrimonio debe desaparecer
Los socialistas hablan de 'dumping' fiscal madrileño -¡hay que tener jeta!- pero eluden que todos los impuestos sobre el patrimonio -el impuesto de sucesiones es una modalidad de gravamen sobre el Patrimonio- resultan radicalmente injustos.
Para entendernos, todo impuesto sobre el patrimonio debe desaparecer. Incluido el Impuesto sobe bienes Inmuebles (IBI), principal fuente de financiación de los ayuntamientos. Así ha ocurrido en casi toda Europa y la razón es bien sencilla: gravar el patrimonio es gravar algo que ya ha sido gravado con anterioridad, es pagar dos veces. Cuando compraste tu casa ya pagaste impuestos por ella, al igual que los pagas por tu salario en el IRPF. ¿Por qué vas a pagar cada año? ¿Por cederla a tus hijos también?
Todo impuesto sobre el patrimonio debe desaparecer. Que la gente prefiera renunciar a la herencia de su padre para no tomarse la molestia de entregársela a la Hacienda pública es un buen motivo para reflexionar, más allá de la demagogia.