El vídeo de la entrevista que Isabel Díaz Ayuso ha concedido a Onda Cero en la mañana del jueves pueden verlo aquí. Se le preguntaba por qué se oponía a que una adolescente de 16 años pudiera abortar sin "someterse" a la aprobación de sus padres. Y entonces Ayuso, en lugar de decir que todo aborto es un fracaso (no es un fracaso, es un asesinato pero en fin) se lía a lo centro-reformista y acaba por asegurar que si una mujer ha decidido abortar nadie debe interponerse. Se ve que el centro-reformismo de Alberto Núñez Feijóo le ha dejado claro que no debe disentir del partido -eso es lo que le ha llevado al éxito- y que en materia de moral, es decir, en cuestiones de justicia, mejor no meterse. Hay que hacer como el Partido Popular, como Génova, con su vergonzante respuesta a la nueva bestialidad de Irene Montero y su ley de ampliación del aborto: es una trampa del PSOE así que hemos decidido no opinar. ¿Se puede ser más cobarde? ¿Se puede ser más hipócrita?

Entendámonos, Ayuso siempre ha sido abortista, dentro de esa atonía pepera en cuestiones de moral, es decir, en cuestiones de justicia. Ahora bien, ser perseguida resulta muy pedagógico y la persecución de buena parte del PP con Casado, hizo que Ayuso se creciera, algo así como el mundo digital, que se multiplicó en los días de Covid. Fue entonces cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid descubrió que la sinceridad resulta fructífera y que a la gente, harta del lenguaje de los políticos, le encanta un político que dice las cosas claras. Este jueves 1 de septiembre, en Onda Cero, Ayuso ha dejado de ser sincera y ha vuelto al cálculo, a las frases largas y las ideas retorcidas como una viruta, que nadie entiende. Puede ser el comienzo de su fin. Porque Ayuso puede permitírselo todo ahora mismo: salvo decepcionar. 

Lo de Ayuso en Onda Cero ha sido un error y un horror. Un horror porque no se ha atrevido a defender al ser humano más indefenso y más inocente de todos: al concebido y no nacido. 

Un error porque por la antedicha sinceridad, a Doña Isabel se le perdonan los fracasos, la ignorancia y las salidas de tono. Lo que no se le perdona es que vuelva a medir sus palabras, que sea como los suyos: decir mucho y no hacer nada.

¿Que si una jovencita no quiere tener un hijo no debe tenerlo? ¿Y quién es ella para decidirlo, sin tener en cuenta al padre, sobre todo, al niño? O cree que a su hijo le agrada morir. Una política ascendente, señora Ayuso, puede asombrar pero nunca debe sorprender. 

Nos ha decepcionado.