Luis Planas siempre me ha parecido uno de los ministros más sensatos del Gobierno, Sánchez. Más sensato y, por tanto, menos sectario del Gabinete, un Ejecutivo rabioso y rencoroso, como nunca haya tenido España.

Su problema, el de Planas, es que conoce el mundo rural y que, encima, la demagogia podemita -y sanchista- le resulta incómoda. El sí sabe lo que significa el feminismo, la ideología de género y la sostenibilidad: derroche primero y miseria después.

La cuestión es si en la sociedad de la información manda la prensa o mandan las redes sociales

Y claro, tengo mucho interés en saber cómo ha asimilado Planas el triunfo de la manifestación del mundo rural en Madrid, el domingo 20 de marzo. También porque el campo triunfa en Madrid... pero no nos engañemos: seguimos siendo urbanitas. Así que, no: me temo que el Sanchismo no está al borde de la caída.

Y es que el Gobierno puede perder la calle pero, ¿acaso le importa? Mientras posea las teles, y las posee, en Moncloa piensan que no. En Moncloa fían su futuro triunfo al apoyo de los pensionistas engañados y de las mujeres, aún más engañadas por el feminismo más tonto pero más omnipresente que se vive desde hace varias generaciones.

En cualquier caso, la cuestión es si en la sociedad de la información manda la prensa o mandan las redes, siempre hablando de cara a unas elecciones. Y por prensa, entiendo, sobre todo, los canales de TV generalistas, siempre pendientes de lo políticamente correcto, es decir más pendientes del rigor que de la verdad.

El error de Sánchez ante la protesta del mundo rural: pensar que la propaganda funciona en la ruina económica y el embuste del espantajo ultra

En cualquier caso, tras la manifestación -un éxito, desde luego- del mundo rural en Madrid, ayer domingo, conviene reseñar el error de Sánchez ante la protesta en el campo: pensar que la propaganda funciona en la ruina económica. Ya puede hablar de "nosotros y nosotras" que como al transportista le arruine con el precio del gasoil, no sólo te abandonará sino que, lo que es más gravé, caerá en la cuenta de que la ideología de género, la sostenibilidad y lo de "españoles y las españolas" es una milonga engañabobos.

El estado de ánimo de cada vez más gente es: baja la factura de la luz y del combustible (la mitad son impuestos) y déjate ya de discursos sobre derechos sociales.

Y el otro desatino de la izquierda es el espantajo ultra: todos los que se atreven a protestar contra Sánchez son fascistas. Ya no cuela porque Juan Español se pregunta: ¿tantos fascistas hay en España?

El error de la derecha ante la protesta del campo: utilizarla para atacar a Sánchez, sin ofrecer alternativa

Por su parte, el error de la derecha ante la protesta en el campo: utilizarla para atacar a Sánchez, sin ofrecer alternativa. Y hasta una segunda pifia: ni Abascal ni Feijóo se han dado cuenta de que el malestar en el mundo rural y en el mundo del transporte no es una lucha de derecha contra izquierda sino de lo pequeño contra lo grande.

Andan buscando fascistas cuando lo que deberían hacer sería dejar de asfixiar a todo lo pequeño: las familias y los cuentapropistas, aquellos que se han buscado su propio medio de vida al margen del Estado y se han creado su propio empleo.

En este sentido, resulta patético el protagonismo de las dos grandes centrales sindicales, CCOO y UGT, que ya no representan a casi nadie pero mantienen mucha potencia de fuego gracias a los presupuestos estatales, es decir, al dinero que les pagamos entre todos para defender a Sánchez.