La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, insiste en que hay que superar a la patria para llegar a la ‘matria’, que suena más feminista, más próximo, más creativo, más amoroso, como los traspasos de cartera ministeriales cuando le llega el turno a la cursi de Carmen Calvo.

Ione Belarra, titular de Asuntos Sociales, apuesta por endurecer los penas a los maltratadores cuando se ensañen con las mascotas, lo que recuerda a aquella aristócrata madrileña española que luchó para que su ex no se llevara a su perrito Cuchi. Una epopeya.

Irene Montero, la más centrífuga de las tres doñas, todavía no ha propuesto el fusilamiento para los varones que no entienden el nuevo feminismo, sí, pero la idea parece rondarle por la cabeza a cada instante.

Pues resulta que ese trío es el que marca el camino al Gobierno Sánchez, un gobierno sin cabeza pero con algunos miembros y ‘miembras’ que poseen varias cabezas per capita y carecen de sentido del ridículo.

Al tiempo, en el apartado económico, el caso Villarejo crece y engorda. Media clase económica y la otra media política españolas no trabajan: dedican su agenda a defenderse de la última andanada que suelta un comisario corrupto que grababa a todo el mundo. Ojo, no recurriendo a las operadoras de telefonía, como creíamos, sino a la propia policía, esa que pagamos con nuestros impuestos. Así, su margen de negocio era mayor.

De hecho lo que debería hacer el juez Manuel García-Castellón sería imputar, además de a media clase política y a dos terceras partes de la económica, a todos los policías que facilitaban información a Villarejo. Porque Villarejo no actuó comprando a Telefónica, Vodafone y Orange sino a través de sus propios compañeros que, de grado o por fuerza, conniventes o sometidos a la obediencia debida, han estado espiando a media España.

Villarejo no podría ensañar su gran  venganza si no fuera porque un juez estrella se lo está permitiendo y alentando con su insufrible e injusta lentitud.

Se atribuye al canciller Bismarck -a lo mejor es demasiado bueno para ser cierto- la sentencia de que los españoles son el pueblo más fuerte del mundo… dado que han sido capaces de sobrevivir a sus gobernantes. Pero, la verdad, eso es exactamente lo que aparenta el Gobierno Sánchez, comandado por Ione, Irene y Yoli y con una economía pendiente del juez estrella Manuel García-Castellón y de un policía corrupto, de nombre José Manuel.  

Esto no es serio.