Eran los tiempos de la guerra civil inglesa, a comienzos del siglo XVII, que acabaría con la decapitación del rey Carlos I. Un puritano, parlamentarista y muy democrático, reprochó a un oficial monárquico la inmoralidad de sus soldados realistas. El reprendido respondió con una frase que resume, mejor que ningún tratado de teología, esa repugnante doctrina que atraviesa los últimos cuatro siglos de historia europea, y que conocemos como puritanismo: “Mis hombres tienen los pecados de los hombres, el vino y las mujerzuelas. Los vuestros tienen los pecados de los demonios: la soberbia y la rebeldía”. Sí, rebeldía como falta de lealtad.

No diré más, salvo recordar que el puritanismo ha vuelto en el siglo XXI y por donde yo, al menos, no podía esperarlo. Observando la campaña electoral para el 23-J y extendiendo la observación al conjunto de la legislatura Sánchez, mucho me temo que lo que ha regresado es el puritanismo progre. Observen cómo tratan izquierda y derecha los casos de corrupción del contrario o las exageraciones sobre la violencia machista, para comprobar que, en efecto, la exageración puritana ha regresado. Todo puritanismo no es más que una exageración, producto del orgullo de quien se siente perfecto: yo prefiero los defectos de los hombres, miserables sí, pero capaces de arrepentimiento. 

El primer mandamiento del puritanismo, es decir, de la soberbia, puede resumirse así: yo no me arrepiento de nada. Ejemplo: el discurso de Pedro Sánchez, de una Nadia Calviño, de una Yolanda Díaz repiten continuamente la conseja: “Yo no me arrepiento de nada”. Puro puritanismo, pura soberbia. ¿El mejor representante del puritanismo en la España de hoy? Un tal Pedro Sánchez, para quien, aquel que haya cometido un error, ya no tendrá una segunda oportunidad.

Y no olviden que el triunfo del puritanismo, presuntamente nacido para acabar con la tiranía de Carlos I, un rey poco democrático, terminó con el personaje más cruel e inmisericorde de toda la historia inglesa. El muy democrático y muy puritano Oliver Cromwell, un asesino lleno de ‘valores republicanos’. Un pelín más de humidad, por fa.

¿Y Feijóo? ¿Es puritano? Yo diría que más bien es limitado.