El miércoles 22, Pedro Sánchez anunciaba otra de sus cortinas de humo... mientras los benedictinos del Valle de los Caídos pedían oraciones a todos los fieles ante una decisión "importante" que tendrá lugar el próximo fin de semana... y que me temo algo tendrá que ver con la expulsión de la comunidad benedictina.
Por explicarlo de otra forma: Pedro Sánchez, el profanador, comenzó profanando a los muertos enterrados en Cuelgamuros y ahora pretende profanar a los vivos y ensayar, con vestiduras de democracia, 'el martirio de las cosas', es decir, la violación de objetos sagrados... como la cruz católica más grande del mundo, algo a lo que tan aficionada era la izquierda española entre 1931 a 1939.
La profanación del Valle de los Caídos conlleva el intento de identificar cristianismo y dictadura. Su objetivo es desconsagrar la Basílica Pontificia, que nunca jamás se vuelva a oficiar la Eucaristía y hacer un escarnio de la cruz católica más grande del mundo
En un espléndido artículo publicado en la edición del jueves 23, en el diario La Razón, se explica bajo un título descriptivo, que no valorativo: "Borrado de Franco y un nuevo Valle de los caídos para el 20-N".
Veamos: Sánchez pretende culminar, con un gran anuncio y un solemnísimo acto el 20 de noviembre, la profanación del Valle de los Caídos, convertido en Hondonada de Cuelgamuros. Esto es, convertido en un parque temático hortera -porque la mentira siempre resulta cursi- para explicarnos que los malos eran los otros, los del bando nacional, todos ellos, y los buenos, y ultra democráticos, eran los republicanos, o sea los suyos... ellos.
Resultará la perversión total de la historia de España. Socialistas y comunistas (PSOE y Sumar) esconden sus crímenes durante la II República y la Guerra Civil -y, de paso, su corrupción actual- y la ruina que han traído a España- y acusan de criminales al bando que se defendió de los asesinos: la historia de España reinventada.
Todo ello -¡Ay dolor!- posibilitado por la negligencia y me temo que por la cobardía- de los obispos españoles. El cardenal-arzobispo de Madrid, José Cobo, convenció al secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, de firmar un acuerdo nefando con Félix Bolaños, quien, naturalmente, le ha tomado el pelo a Cobo
Ojo, hay algo más: la profanación del Valle de los Caídos conlleva el intento de identificar cristianismo y dictadura. Si te confiesas católico eres un fascista y, lo que es peor, la fe es algo incompatible con la democracia, sobre todo con la democracia sanchista... palabra de Sánchez, un intelectual de tomo y lomo.
El objetivo final del Gobierno consiste en desconsagrar la Basílica Pontificia del Valle de los Caídos y hacer un escarnio de la cruz católica más grande del mundo. Como derribarla es difícil tirando a imposible, pretenden mofarse de ella, a costa de introducirla en un parque temático donde exhibir las correspondientes payasadas progres y que constituiría la gran obra del Gran Profanador, Pedro Sánchez.
Todo ello -¡Ay dolor!- posibilitado por la negligencia -y me temo que por la cobardía- de los obispos españoles. El cardenal-arzobispo de Madrid, José Cobo, convenció al secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, para firmar un acuerdo nefando con la lengua venenosa del ministro Félix Bolaños, quien, naturalmente, le tomó el pelo a Cobo. Una vez que consiguió vencer la oposición -jurídicamente, evitar la profanación era de primero de Derecho, dado que hablamos de una basílica pontificia- se demostró que el Gobierno mentía y que el objetivo de la resignificación de Cuelgamuros iba mucho más allá. Pregunten al ministro directamente masoncete del Gobierno, Víctor Ángel Torres.
Monseñor José Cobo, ¿qué ha hecho? Recuerde que los obispos y los cardenales también pueden dimitir
Los socialistas odian la cruz del Valle y odian que todos los días se oficie la Eucaristía en la Basílica del Valle de los Caídos, así como odian que Franco, el innombrable, construyera un lugar donde descansaran los restos mortales de quienes en vida se mataron entre sí, un lugar de reconciliación. Ahroa, Sánchez pretende la resignificación y el "borrado"... que no son más que una profanación de un espacio sagrado, con el objetivo último de que todos los despistados identifiquen que cristianismo es igual la tiranía e incompatible con la democracia. Es cristofobia y es cristianofobia, todo en uno.
Monseñor José Cobo, ¿qué ha hecho? Recuerde que los obispos y los cardenales también pueden dimitir.










