Cumbre del Consejo Europeo (que no de la UE, no confundir) en Reikiavik, adonde Pedro Sánchez no ha acudido porque se la juega en las municipales de Mayo, preludio, de las Generales de noviembre. 

Una encuesta entre los habitantes de Europa revelaría que muchos de ellos confunden la institución Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo (donde, para más confusión, también radica el Parlamento Europeo) con las sesiones periódicas de los jefes de Gobierno de la Unión Europea, reunidos en Consejo Europeo.

Y es que lo que sobra en Europa y en la Unión Europea, son instituciones y funcionarios. Por ejemplo, el Consejo de Europa se ha convertido en un aparato de propaganda cristófoba que supuestamente, pretende sustituir a Cristo por la democracia, que no es un valor sino un sistema político.

El Consejo de Europa se ha convertido en un aparato de propaganda cristófoba que supuestamente, pretende sustituir a Cristo por la democracia, que no es un valor sino un sistema político

Verán: en la gloriosa y colorida Edad Media, formidable etapa de la humanidad, creadora de las catedrales, las universidades, los parlamentos y los ayuntamientos, no se hablaba de Europa: la gente se refería a la cristiandad porque lo que conforma una patria no son las conquistas militares sino compartir valores comunes. Europa compartía los principios cristianos: por tanto, Europa era la cristiandad. 

Cuando Europa extiende el nombre de Cristo por el mundo y traspasa su cristiandad, por ejemplo a América, entonces surge la universalidad, la catolicidad, y hay que volver a hablar de Europa.

Ahora bien, si queremos que Europa vuelva ser ella misma, tendrá que re-cristianizarse y des-burocratizarse. Por ejemplo, podíamos suprimir el Consejo de Europa y aprovechar la cumbre de Reikiavik para echar el cierre a una institución que todavía no tenemos muy claro para qué sirve.

Europa, sé tu misma. Comencemos a deconstruir Europa. Primero la derrumbamos y luego la reconstruimos de nuevo: con más cristianismo y menos burocracia.