La historia es simple. Tele 5, Movistar y Atresmedia denuncian a la red social Telegram porque están intercambiando archivos con programas de estas televisiones.

El juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, pide documentación a Telegram y este se niega a dársela. Pasan del juez.

El juez se cabrea y pide a las telecos españoles, las infovías de las redes sociales, que bloqueen Telegram. Se arma tal follón que Pedraz tiene la valentía, inhabitual en el mundo jurídico de dar marcha atrás. Ha ganado la libertad de expresión. Hasta ahí todo bien y nosotros también aplaudimos. La tesis de Hispanidad consiste en que en Internet es un mundo libre, debe seguir siéndolo, a pesar de que en los espacios libres se asiente todo lo mejor y todo lo peor. 

Ahora bien, asusta un tanto que la muy necesaria, imprescindible, maravillosa  libertad de expresión destruya la soberanía nacional... representada, entre otras cosas, por el imperio de la ley aplicada por los jueces. Y esto porque la globalización es el camino hacia la gran tiranía: el gobierno mundial.

Dicho de otra forma, si Telegram puede reírse del juez Pedraz, porque las redes, por definición copan el mundo, ¿cómo podría aplicarse justicia en las redes? ¿Cualquier delito es posible y puede quedar impune porque las redes son globales y la soberanías son nacionales?