Viernes 15 de octubre, Santa Teresa de Jesús. Felicidades a las Teresas. Me entero por la revista Heraldos del Evangelio -por cierto, no conocía de nada a este grupo de católicos pero su órgano de prensa me ha causado una grata impresión- que a la Madre Maravillas, de la misma orden y, como Teresa de Ávila, reformadora del Carmelo, le tocó en suerte meter en vereda a las religiosas del mismísimo monasterio de la Encarnación, es decir, de donde surgió su antecesora letrera. 

En el siglo XX como en el XVI, resulta que las monjas de la Encarnación abulense, se habían modernizado. Es decir, que andaban un poco despendoladas o -mucho más grave- tibias. 

De hecho, todas las llamadas reformas de órdenes religiosas consisten en eso: en que los clérigos progresistas vuelvan al sacrificio… porque el amor de Dios siempre es exigente.

Pero a lo que estamos, Fernanda: la madre Maravillas se negó: su delicada salud y su edad eran excusas más que suficientes, pero el obispo sabía dónde tocar: advirtió a doña María Maravillas Pidal, precisamente la religiosa más famosa del Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, donde este domingo tendrá lugar un encuentro importante para nuestro país, que Dios le haría responsable, no ya de la ruina del Monasterio del inmueble de la Encarnación sino de la salvación de las almas consagradas que en él residían. Y claro, tuvo que aceptar, sabedora de que “mover las voluntades y abrir los corazones es mucho más difícil que construir edificios y levantar paredes”.

“Así trato yo a los que quiero”. Por eso tenéis tan pocos amigos

Pues eso, felicidades a las Teresas, que llevan el nombre de aquella mujer que un día cayo de la mula en un lodazal y oyó una voz que le decía:

-Así trato yo a los que quiero.

Pero ella no se cortó:

-Por eso tenéis tan pocos amigos.