Hace años, cuando Pedro Sánchez luchaba por hacerse con el control de un PSOE que le tomaba por lelo, José Luis Rodríguez Zapatero ya expresidente, aseguraba a un amigo, con esa cara de brillante inteligencia que le adorna: "A este chico vamos a dejarle hacer un poquito, a ver qué resulta. Luego ya veremos".
Ahora bien, si uno ve la tele, se diría que Pedro Sánchez ha vuelto por sus fueros: terminará la legislatura, quedan dos años porque las legislaturas duran cuatro... Todo ello con una sonrisa eléctrica, por cierto. Durante su rueda de prensa de fin de curso, el pasado lunes 28, en Moncloa, repetía una y otra vez, como si él mismo se lo tuviera que creer, que iba a cumplir la legislatura y le quedaba mucho por hacer.
El presidente del Gobierno parece consumido aunque su egolatría le mantiene hiperactivo. En su historial, hay un antes y un después de la co-soberanía hispano-británica sobre Gibraltar. El siguiente paso será acordar otra co-soberanía hispano-marroquí sobre Ceuta y Melilla
Pero, en el entretanto, se acentúa su delgadez mórbida y en cuanto no dispone de una nueva sesión de bótox y ácido hialurónico empiezan a surgirle surcos faciales.
Lo cierto es que Pedro Sánchez está consumido. Cabe preguntarse si es él quien manda en España, un país que siente por su presidente una aversión profunda, cuando no una manía irracional, que él interpreta como el odio de la ultraderecha y de la internacional reaccionaria hacia su progresista persona.
Los que mejor le conocen, pero no están inmersos en su círculo de tiralevitas con sueldo, sospechan que tan sólo es una marioneta de Zapatero y de la masonería internacional. Sí, porque ZP, no lo olviden, es capaz de poner cara de idiota y su expresión puede ser la de un completo imbécil, pero no es ni lo uno ni lo otro.
El hombre de Huawei, Zapatero, es cristófobo, no tiene otra ideología. En ella cabe la izquierda y la derecha, el capitalismo y el comunismo, el centralismo y el federalismo, el islam y el cristianismo modernista... Pero cabe, sobre todo y ante todo, el odio a la fe cristiana. A su lado, Sánchez es un pobre infeliz sin oficio ni beneficio.
¿Y por qué pasa esto? Por la descristianización de España donde hoy reina la cristofobia. Que sí, que es lo mismo, porque, sin fe, falta energía para oponerse a la vileza
¿Y qué le pide este Grupo de Puebla, esa internacional masónica, bajo cualquiera de sus muchas denominaciones al presidente del Gobierno español? A Pedro sólo se le pide que aguante, que no dimita, hasta que su sucesor esté perfilado. Y su sucesor podría ser el propio ZP, aunque no le haga gracia ni a él. Sabe lo mal que lo paaó en Moncloa, con un pueblo españo convencido de que era tonto de baba.
Y mientras España sigue dirigida por un demagogo descerebrado, el jefe del Estado, es decir, el Rey de España se mantiene inmóvil, no conspira, como es su obligación, no teje una solución de emergencia... que es lo que hubiera hecho su padre. Por eso, Felipe VI está perdiendo lo único que no puede perder: el entusiasmo de la derecha (PP y Vox). Porque a los reyes los mata la izquierda pero los derriba el desafecto de la derecha.
El presidente del Gobierno parece consumido aunque su egolatría le mantiene hiperactivo. En su historial, hay un antes y un después de la co-soberanía hispano-británica sobre Gibraltar. ¿Por qué? Pues porque nunca en la historia reciente, desde el final de la II Guerra Mundial, se le presentó a España una ocasión tan pintiparada para recuperar Gibraltar, una vergüenza de colonia en manos de un chulesco socio de la Unión Europea. Con el Brexit, Bruselas le hubiera apoyado, con una España que habría denunciado al paraíso fiscal del Peñón. Sin embargo, Sánchez volvió a dejarse dominar por el miedo, volvió a ser el galgo de Paiporta y prefirió acudir a la co-soberanía.
El hombre de Huawei, Zapatero, es cristófobo, no tiene otra ideología. En ella cabe la izquierda y la derecha, el capitalismo y el comunismo, el centralismo y el federalismo, el islam y el cristianismo modernista...
Al otro lado del estrecho, Mohamed VI tomó nota y el siguiente paso, no lo duden, será la co-soberanía hispano-marroquí de Ceuta y Melilla.
Sí, don Pedro está acabado pero continúa, no sólo detentando el poder sino incrementándolo: quiere hacerse con la justicia, con los medios, con las empresas, con todo, mientras ZP dirige el proceso como gran maestre del Nuevo Orden Mundial (NOM), entre bambalinas.
¿Y por qué pasa esto? Por la descristianización de España, un país donde hoy reina la cristofobia. Y claro está, falta energía para oponerse a la vileza. Las tragaderas de los españoles se han vuelto inconmensurables.
Lógicamente, el hombre de Huawei, Zapatero, es cristófobo, no tiene otra ideología. En ella cabe la izquierda y la derecha, el capitalismo y el comunismo, el centralismo y el federalismo, el islam y el cristianismo modernista...











