Ya son tres las mujeres, y no precisamente podemitas, que me sorprenden con la misma exclamación coincidente. Podemos resumir así el triple parlamento: ¡Pobre Irene Montero, se está quedando en los huesos! Algo le ocurre y creemos que sabemos quién es el culpable. -naturalmente- su ya ex Pablo Iglesias. Una de ellas incluso alude a la violencia psicológica -psicológica, naturalmente- ejercida sobre la ministra por un personaje tan calculador como el exvicepresidente. Como uno entiende poco de psicología, escucho y medito.

Pero es cierto que la titular de Igualdad habla menos y se ha quedado extraordinariamente delgada. Algo le pasa a esta chica, eso está claro. A lo mejor es que el empoderamiento de la mujer no beneficia a la mujer, salvo que se haya puesto a régimen.

Lo cierto es que el empoderamiento, es decir, adquirir poder, no debería ser el objetivo final de nadie, ni de ningún varón ni de ninguna mujer. Y si lo es, al menos no debería ser subvencionado por el erario público ni adelantado por la autoridad.

En cualquier caso, ¿todos tendríamos más clemencia con Irene Montero si no tuviera tan mala leche? Es muy posible.

Pero lo que está claro es que habrá que revisar lo del empoderamiento, al menos, contemplando lo mal que les sienta a algunas.