Aunque algunos analistas políticos lo ignoren, lo cual resulta de lo más sorprendente, el siglo XXI viene marcado por la Fiesta instaurada por el papa Juan Pablo II para el año 2000, justo el que cerraba el siglo XX: la Fiesta de la Divina Misericordia, a celebrar en todo el mundo el siguiente domingo al de Resurrección, que,  en 2024, cae en 7 de abril, es decir, el próximo domingo.

Es la festividad de la polaca Faustina Kowalska, muerta cuando su enaltecedor, Karol Wojtyla, contaba con 18 años de edad (1938). Kowalska pasó de estar en el Índice a ser canonizada y clasificada como el 'Apóstol de la Divina Misericordia', porque esta mística del siglo XX, vino a recordarnos la verdad olvidada de que 'Dios es Amor'... y, para quienes interpretan estas palabras de San Juan evangelista como un 'a bodas me convidan, a partir de ahora voy a hacer lo que me venga en gana' Kowalska recuerda que Cristo es tan misericordioso como justo con el hombre. 

Una teología que puede resumirse en las cuatro palabras que componen su credo: "Jesús en Vos Confío". Si confiamos en Dios nos salvamos, si no, nos condenamos. 

Juan Pablo II instauró para esta nueva fecha litúrgica, una indulgencia plenaria de pena y culpa, un volver a empezar, una especie de segundo bautismo o segunda confirmación siempre que se cumplan las prescripciones habituales: confesar (una semana antes o una después del 7 de abril), comulgar ese día, hacer un acto de fe (basta con rezar el Credo) y rezar, aunque sea un Padrenuestro por el Papa, Vicario de Cristo en la Tierra. Por cierto, nos guste más o menos. Recuerden que el Pontífice no fue situado al frente de la Iglesia para caernos bien a los católicos: su función es otra.

En cualquier caso, anímese a volver a empezar: viva esta semana la Indulgencia Plenaria de la Divina Misericordia. 

No es baladí que una de las piezas del Diario de la Divina Misericordia, la obra, única pero egregia, de Faustina Kowalska, pieza clave de la teología y la historia del siglo XX, sea estas palabras: "Prepararás al mundo para mi segunda Venida". Los tiempos de Dios no son los de los hombres pero a nadie se le encarga preparar el mundo para la Segunda Venida si esta Segunda Venida estuviera prevista, por ejemplo, para el siglo XXV.