Si la vanidad, que nos invada, dejamos,
y la fina línea, que de la soberbia, la separa,
un día, conscientes o no cruzamos;
puede ocurrirnos, que si por circunstancias
o destino, alcanzamos situación de mando,
en vez de hombres de servicio y grandeza,
inherentes al cargo que ocupamos,
nos convirtamos para todos aquellos
que nos auparon, y están a nuestro lado,
simple y llanamente en: “El puto Amo”