Hay quien para servir sirve,
y no es lo mismo servir a un tirano,
que el servicio hacérselo a un santo.
Y olvidar no debe a quien sirve,
y tampoco quien a él le sirve,
si las acciones de ambos
son de copete alto,
Sobre todo del sirviente,
y del tirano.
Ya que, quien para servir sirve,
puede mancharse alma y manos.
Y una vez utilizados, servidor y sirviente,
ser a las tinieblas arrojados,
como trapos manoseados,
por el tirano.