A Boris Johnson, que interrumpió sus vacaciones el mismo domingo por la tarde, le criticaron duramente por no hacerlo antes. En otros países como Francia, Alemania o Noruega, no han sido tan exigentes con sus líderes, pero todos ellos han dado la cara para explicar las medidas adoptadas tras la toma de Kabul por los talibanes.

Es lo lógico y lo que cabe esperar de un presidente o primer ministro, cuyo primer objetivo en estos casos debe ser garantizar la seguridad de sus compatriotas. Para todos menos para Pedro Sánchez, desde el 4 de agosto, de vacaciones en el Palacio de La Mareta, en Lanzarote. Para el presidente del Gobierno, la crisis en Afganistán y la complicada tarea de repatriación de los españoles no es suficientemente grave como para interrumpir su descanso. Su problema: hacer comprender esto a los pérfidos ciudadanos españoles.

También a Pablo Casado, que este miércoles le ha sacado los colores con un tuit: “Hoy incumple su promesa de vacunar al 70%. El precio de la luz está descontrolado, como varios incendios en plena sequía. Mientras sus ministros se pelean en inmigración, educación y fiscalidad, los líderes mundiales informan sobre Afganistán. Debe dar la cara”.

 

 

Y Pedro Sánchez, siempre tan atento a las demandas de la oposición, le ha hecho caso y ha aparecido, aunque a través de una foto publicada en un tuit, que tampoco hay que pasarse: “Hoy, junto a la ministra de @Defensagob y al ministro de @MAECgob, hemos seguido el desarrollo del dispositivo y llegada del primer avión de repatriación A400 a Kabul. Estamos trabajando para que la operación de evacuación en Afganistán se desarrolle con la máxima seguridad”.

 

 

Pobre Sánchez. No le dejan descansar ni en vacaciones. Y eso es lo más importante. De hecho, sus alpargatas se han convertido en trendic topic, haciendo aún más sonora la breve interrupción de su descanso, pese a que en las fotos de la página web de La Moncloa las han escondido.