El Mundial de fútbol femenino será recordado, además de por la victoria de España, por el beso en los morros, de Luis Rubiales a Jenny Hermoso. En un primer momento, la futbolista quitó importancia al asunto: “El presi y yo tenemos una gran relación, su comportamiento con todas nosotras ha sido de diez y fue un gesto natural de cariño y agradecimiento”, afirmó Hermoso.

“No se puede dar más vueltas a un gesto de amistad y gratitud, hemos ganado un mundial y no vamos a desviarnos de los importante”, zanjó.

Pero no, los progres feministas no estaban por la labor de dejar escapar la oportunidad de remover el asunto y acusar a Luis Rubiales de machista y, de paso, a la mitad de la sociedad española. Eso sí, si hubiese sido al revés -Hermoso besando a Rubiales- no hubiesen dicho nada.

Primera cuestión: ¿Alguien se ha preguntado por qué Rubiales besó a Hermoso y sólo a Hermoso? La respuesta la dio la propia jugadora: “tenemos una gran relación”. ¿No era eso suficiente como para zanjar el asunto? ¿Y si se quieren? ¿Quiénes somos nosotros -y nosotras- para decir cómo tienen que saludarse tras ganar un mundial? ¿Por qué Irene Montero ha denunciado el morreo de Rubiales y sin embargo defiende que los menores puedan tener relaciones sexuales, si así lo desean? ¿Acaso Luis y Jenny no son ya mayorcitos? Pero nada, los feministas y feministos de turno han seguido jaleando el asunto durante toda la mañana del lunes: Rubiales es un machista y debe dimitir.

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A mí, lo que me indigna de todo esto, además de la manipulación cada vez más burda de los medios de comunicación progres, especialmente de RTVE, que pagamos todos -y todas-, es la hipocresía feminista que brama hasta la náusea por un beso -por cierto, de mal gusto- pero que calla ante los abusos sexuales a menores tuteladas en Mallorca, bajo la Presidencia de Francina Armengol, ahora tercera autoridad de España al ser elegida presidenta del Congreso de los Diputados. Oiga, es que no tiene nada que ver una cosa con la otra. Efectivamente, es infinitamente más grave lo sucedido en Baleares que lo ocurrido en Australia.

Todavía estoy esperando a Irene Montero y al ministro Iceta, también en funciones, condenar los abusos en las islas y, de paso, pedir la dimisión inmediata de Armengol.

De momento, han logrado que Rubiales pida disculpas y que Hermoso admita que realmente no le gustó el morreo.

A pesar de todo, enhorabuena a la Selección.