Confirmado: la realidad supera la ficción. El caso, que recoge 'Economist & Jurist', cuenta como una mujer de Leganés (Madrid) ha demandado a su hermana porque quiere seguir en contacto con el perro de ésta, un can mestizo de 7 años, al que conoce desde que su hermana lo acogió con seis meses. Antes, ambas tenían muy buena relación y pasaban todos los fines de semana juntas, con el perro, hasta que un día hubo un distanciamiento. Entonces, le pidió poder seguir viéndolo, pero la hermana se negó.

Como tanto ella como su hija están muy encariñadas con el perro, decidió acudir a los tribunales en busca de justicia. Presentó una demanda contra la hermana pidiendo que se fijara un régimen de visitas. En ella, expuso que lo ha cuidado y que le tiene mucho afecto, por lo que quiere verlo aunque sea una o dos veces al mes. Es decir, una especie de custodia compartida... perruna. 

¿Y cuál es la argumentación de la abogada de la demandante?: «La relación con el perro era habitual y este distanciamiento está causando dolor tanto a la demandante, como a su hija y al propio animal». No lo olviden, no es sólo un perro, es un 'ser sintiente'.