Durante 25 siglos la ley siempre ha tenido un valor moral y formativo. Las leyes solían partir del sentido común y se daba por supuesto su justicia o, al menos, no promocionaban la barbaridad.
Pero eso ha cambiado mucho, por ejemplo con el sanchismo en España, cuyo Gobierno acaba de aprobar la ley trans. Si no, se provocaba una revolución para cambiarla o se ahorcaba al ponente, técnica esta última muy efectiva.
Lo que no se hacía era promocionar la injusticia y convertir lo malo en bueno y lo bueno en malo.
Ahora sí. El Tribunal Supremo mexicano ha aprobado la marihuana. Para producir y consumir, que no para comerciar. Es decir, que parece pergeñado por los narcos mexicanos: puedes consumir pero la producción industrial ya te la proporcionaré yo. Que también me encargaré del lavado de dinero.
Miren usted la droga es mala, es un alucinógeno que priva de libertad el mecanismo de la razón. No se puede legalizar lo que no es bueno, sobre todo si no es bueno para el espíritu, mucho más grave que lo que es malo para el cuerpo.
¿Cuánto tardará Pedro Sánchez en legalizar la droga en España? Es un medida progresista…