España con Garabandal es una iniciativa que, al principio, pusieron en marcha dos mujeres con toda la rectitud del mundo, porque la única protagonista de cuanto organizan es solo la Santísima Virgen. Y a estas dos primeras se han unido un grupo de personas de distinttos puntos de España y de Hispanoamérica, concretamente de Méjico, Perú, Colombia y Argentina. Estas gentes no tienen más afán que el que proclaman en su página: "Dar a conocer a Nuestra Madre del cielo... Una figura invisible y manifiesta, que cuanto más la conoces, más te atrae, más te llena y más necesitas de su presencia... ¡Así es la Virgen de Garabandal!".

Han recorrido ya muchos puntos de España y tienen una capacidad de convocatoria impresionante, y eso sin medios y sin dinero. Yo ya he colaborado con esta iniciativa en dos ocasiones, en la primera se llenó un teatro de Madrid y el miércoles pasado, día de San José, sucedió otro tanto en el salón  de actos del Ateneo de Santander.

Compartí mesa de intervención con Elsa Martí Barceló, Jorge Fernández Díaz y Félix A. Pascual. A mí se me pidió que ambientara históricamente las apariciones de Garabandal. Y me animé a decir algo de lo que me había dado cuenta no hace mucho tiempo, pero que no había dicho en público nunca: como el Modernismo es el peor de todos los males de la Iglesia, las apariciones de Garabandal, por el problema religioso que pueden resolver, podrían ser las más importantes de todos los tiempos.

El dato es que, en 1964, en España había exactamente 8.233 seminaristas y hoy, 19 de marzo de 2024, los seminaristas mayores sólo son 956

No me extraña que algún lector pude pensar que exagero, porque eso mismo pensé yo la primera vez que me vino esta idea a la cabeza. La deseché unas cuantas veces, pero la misma idea volvía a mi cabeza cada vez que la expulsaba, así es que la admití y dejé de pelearme con ella. 

Ustedes pueden escuchar completa mi intervención en el Ateneo de Santander del pasado día 19 de marzo, festividad de San José. Pero corrigiendo un poco las formas del lenguaje verbal, sin variar el fondo, lo he puesto por escrito. Esto es lo que dije:

"El encargo que tengo porque no sé hacer otra cosa, porque mi oficio es el oficio de historiador, es tratar de explicar cómo veo el encaje de las apariciones de Garabandal en el curso de la Historia, qué tienen que decir las apariciones de Garabandal a la Historia Contemporánea.

Para eso tenemos que situarnos en la España de los años 60. En una España de treinta millones y medio de habitantes, que empieza a levantar la cabeza, económicamente hablando, y vitalmente también porque la esperanza de vida en 1900 era de 34 años para los varones y de 36 años para las mujeres, pero en 1960, en vísperas de las apariciones de Garabandal este 36% se ha convertido en un 67%. Es un aumento importante, hay alegría, es la época de la urbanización porque la gente con pocos recursos, con poco futuro en el campo, emigra a las ciudades; 2.300.000 de personas se trasladan del campo a la ciudad en la década de 1950 a 1960. Eso significa que están cambiando los porcentajes de los sectores de producción; el sector primario, el sector de la agricultura y la ganadería, está descendiendo de más del 50% que tenía al final de la Guerra Civil, pasa a menos del 30% en 1970.

Asistentes

Asistentes del acto “Garabandal, lo difícil es no creer”. Ateneo de Santander 19-III-2024.

Pero las estadísticas son distintas cuando nos fijamos en puntos concretos. Lo que les acabo de describir como media de España, no tiene nada que ver con San Sebastián de Garabandal durante las apariciones. En este pueblo entonces viven unas setenta familias en condiciones muy humildes, aislados incluso físicamente, pues los cinco kilómetros de subida desde Cosío a Garabandal hay que hacerlos por un camino de tierra; y desde Garabandal a Santander hay 90 kilómetros, y los 90 kilómetros de 1960 son muchos kilómetros. Ahora estamos acostumbrados a pulverizar las distancias, pues como decía la abuela de un amigo “ya no hay distancias, lo que hay son taquillas”.

El Modernismo consiste en decir que si bien Jesucristo supo cómo hacer la Iglesia hasta el siglo XX, a partir de entonces debían ser los hombres los que tenían que decir cómo debía ser la Iglesia

Y en este pueblo aislado viven cuatro niñas. Mariloli, Conchita y Jacinta son las tres mayores, tienen 12 años y las tres se apellidan González, pero no son familia; Maricruz, es la pequeña y tiene 11 años. Y ellas son las protagonistas de las apariciones que tienen lugar entre el 18 de junio de 1961 y el 18 de junio de a1965.

Para descubrir el significado histórico de estas apariciones, me he fijado en los mensajes. Y en uno de ellos, en el del 18 de junio de 1965, entre otras cosas se dice algo que pareció entonces referido a un mundo estratosférico. Es lo siguiente: “Los sacerdotes, obispos y cardenales van muchos por el camino de la perdición y con ellos arrastran a muchas almas”. Pero si en los años sesenta estas palabras resultaban increíbles, hoy, con mucho dolor, podemos comprobar que se ha cumplido lo que entonces se decía.

Los historiadores somos personas superficiales, nos fijamos en las huellas, nos manejamos con datos… No hace mucho un amigo mío me decía que antes los seminarios estaban llenos, porque allí iba una panda de hipócritas para poder comer, pero ahora, aunque están vacíos, los pocos seminaristas que hay son seres arcangélicos… Los historiadores no tenemos un concienciómetro para distinguir a los seres arcangélicos de los hipócritas, porque nos manejamos con datos. Lo que nos dicen los datos es que en 1964 en España había exactamente 8.233 seminaristas mayores y hoy, 19 de marzo, precisamente que es el día del seminario el dato oficial es que los seminaristas mayores en España solo son 956.

Y, a la vista de estas cifras, el historiador lo que dice es que con 8.233 seminaristas mayores, había para que cada pueblito tuviera un párroco que enseñara la doctrina, que diera catequesis, que atendiera a los moribundos y hoy, desgraciadamente, ya se empiezan a ver muchas zonas rurales donde no se celebra el Santo Sacrificio de la Misa. Y, en consecuencia, el historiador concluye que nuestra sociedad se ha descristianizado.

En efecto, cuando la Virgen ve que hemos atado las manos a la misericordia de Dios, Ella interviene, porque es su momento. Y Ella puede porque es Madre de Dios, es la Omnipotencia suplicante... y su momento ha llegado

A veces he oído yo interpretar este mensaje, el de los que van por el camino de la perdición y arrastran a muchas almas, como un anuncio de la pederastia, pero no soy yo de esa opinión. Si lo que quiso decir la Virgen hubiera sido  eso, sobraba la segunda parte de la frase. Habría dicho “muchos sacerdotes obispos y cardenales van por el camino de la perdición”, y punto. Pero sigue: “y arrastran tras de sí a muchas almas”. Habla de almas, se está refiriendo a la doctrina, porque no solo se pierden ellos sino que llevan al pueblo fiel a la perdición, porque o no le predican la doctrina o le dan una doctrina adulterada.

En consecuencia, desde un punto de vista histórico, Garabandal encaja en la historia, no es una pieza falsa, porque los hechos han venido a confirmar que lo que entonces se dijo se ha cumplido al pie de la letra.

Pero hay un encaje histórico, todavía más importante, del que yo quiero hablar. Quiero referirme al sentido histórico que yo encuentro de mayor plenitud de Garabandal como es, precisamente, ese añadido que se hace en el avemaría: “Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra… Madre de Dios y Madre nuestra”, porque ese añadido es lo que va a dar sentido al momento histórico que estamos viviendo en los siglos XIX y XX, en los que tiene lugar la crisis de la cultura de la modernidad.

Al concluir la Primera Guerra Mundial, en 1919 Pasul Valéry escribió: “Nosotras las civilizaciones, sabemos ahora que somos mortales”. Y todo un mundo de intelectuales en ese periodo de entreguerras, habló de la crisis de la cultura. Pero, ¿de qué cultura? Pues de la cultura de la modernidad, de la cultura que había roto con la tradición cristiana que decía que el mundo y el hombre han sido creados por Dios, que son criaturas de Dios y que proclamó que a partir de entonces los hombres teníamos que autocomprendernos como seres autónomos, que podemos darnos a nosotros mismos nuestras propias leyes.

Ese choque de culturas primero se introdujo en la sociedad y se traspasó posteriormente a la Iglesia, en el tránsito del siglo XIX al XX, y eso se llama Modernismo. El Modernismo consiste en decir que si bien Jesucristo supo cómo hacer la Iglesia hasta el siglo XX, a partir de entonces debían ser los hombres los que tenían que decir cómo debía ser la Iglesia, porque se había establecido que los hombres somos seres autónomos. Y eso es, nada más y nada menos, que construir la iglesia cimentándola sobre el pecado contra el Espíritu Santo.

Sabemos que el pecado contra el Espíritu Santo es el único que no tiene perdón, porque si el hombre se cree más que el Espíritu Santo ata las manos a la misericordia de Dios, y por eso San Pío X (1903-1914) que en la encíclica Pascendi condenó el modernismo, lo definió como “la suma de todas las herejías”;  y en aquella escuela que yo estudié de pequeño, en la que nos enseñaban las leyes de la suma, nos decían que la suma siempre es mayor que cualquiera de los sumandos. Luego si ustedes me tachan de pesimista, pues lo siento; pero la realidad es que si la suma es mayor que los sumandos, entonces vivimos la peor época en la Historia de la Iglesia.

Pero a grandes malos, grandes remedios. Ya les decía que los historiadores somos personas superficiales, que nos guiamos por los datos. Yo me he tomado el trabajo de contar las apariciones de la Virgen aprobadas por la Iglesia; de las apariciones de carácter “público”, porque a muchos santos se les ha parecido la Virgen, pero me estoy refiriendo a las apariciones como las de Guadalupe, Fátima o Lourdes; es decir, apariciones en las que la Virgen les entrega un mensaje a los videntes para todos nosotros.

Pues bien, me he llevado la sorpresa de que el 80% de las apariciones aprobadas por la Iglesia de este carácter se producen en los siglos XIX y XX. Y, claro, no podemos concluir que la Virgen tenga manías, y que a la Virgen a partir del siglo XIX le ha dado por bajar del Cielo. Y como eso no puede ser, esa concentración de tantas apariciones tiene que tener un sentido.

En efecto, cuando la Virgen ve que hemos atado las manos a la misericordia de Dios, Ella interviene, porque es su momento. Y Ella puede porque es Madre de Dios, es la Omnipotencia suplicante, lo mismo que puede un señor levantar una piedra de 50 kilos si va todos los días al gimnasio…

—¡Oiga, señor! ¿Puede usted levantar esa piedra de 50 kilos?

—Claro, voy todos los días al gimnasio.

—Levántela.

—No quiero.

—Pues le voy a dar una razón para que la levante: debajo de esa piedra está el pie de un hijo suyo.

—¡Ah! Entonces sí quiero.

La Virgen puede sacarnos de la peor crisis religiosa que estamos viviendo porque es Madre de Dios, y quiere hacerlo porque es Madre nuestra. Y esto es Garabandal. Serán las apariciones más importantes de toda la Historia de la Iglesia, porque nos van salvar del peor momento de toda la Historia de la Iglesia. Muchas gracias,

Y después de mi intervención habló la doctora Elsa Martí Barceló. Ella es médico de familia, especialista en Psicoterapia Psicoanalítica. Analizó las negaciones de las videntes, como yo nunca había leído ni escuchado. Pero de esa intervención escribiré el próximo domingo.

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea a de la Universidad de Alcalá.