
Iván Redondo es capaz de aconsejar a Sánchez cualquier cosa que le sirva para lograr su único propósito, en estos momentos, sólo uno: permanecer en el cargo
El "déspota" vuelve a llamar a Iván Redondo, a quien Sánchez expulsó de Moncloa, de la noche a la mañana. Hasta entonces, todos pensábamos que el presidente del Gobierno era un chico cuando menos educado y amable con los suyos. Cuando escuchamos a Iván Redondo referirse a él como el "déspota" se abrió la caja de los truenos truenos y supimos lo mucho que grita y maltrata a sus subordinados el amigo Pedro.
En cualquier caso, Redondo se ganó la confianza de Sánchez porque fue el hombre que le abrió nuevos horizontes al personaje que no tiene límites, una peligrosa ecuación. Le dijo que si presentaba una moción de censura la ganaba, porque la izquierda sabe odiar, y su odio al a derecha era más fuerte que sus convicciones. Y ganó.
Ahora bien Iván Redondo es capaz de aconsejar a Sánchez cualquier cosa que le sirva para lograr su único propósito, en estos momentos, sólo uno: permanecer en el cargo.
Ambos tienen algo en común: su ausencia de convicción. Eso sí: Redondo tiene escrúpulos, Pedro no.









